A pesar de su largura y por su interés publicamos la carta del periodista argentino Jorge Escala sobre la grave situación económica que atraviesa el Gobierno kirchner
Entre mis recuerdos de niño están las esporádicas visitas a parques de diversiones. Uno de mis juegos preferidos, eran los llamados autitos chocadores. Nos subíamos chicos inexpertos en el arte de manejar y, como no podía ser de otro modo, continuamente colisionábamos unos con otros. Por las medidas de seguridad casi nunca había accidentes. Sin embargo, recuerdo muy bien una vez en que una chica bajó del auto con la cara ensangrentada. Se suspendió el juego, pues la llevaron al médico. Algo falló.
Al conocer las primeras medidas tomadas por las nuevas autoridades económicas -el inquilino de la Casa Rosada como autor intelectual, y la Lic. Miceli como autora material-, no pude refrenar aquél recuerdo de infancia, aunque con un matiz esencial; ya no se trata de autitos, sino de autistas. El juego y el resultado final son los mismos. Me explico :
El autista es aquél enfermo, que no puede establecer ningún contacto, con el mundo real que lo rodea. Como el dúo que tiene la responsabilidad de la conducción económica nacional. Al menos, sus primeros pasos así lo demuestran. Veamos:
La inflación actual tiene múltiples causas, entre ellas: la excesiva emisión monetaria, para mantener artificialmente alto el tipo de cambio del dólar; el crecimiento vertiginoso del gasto público, en especial el improductivo; la producción llevada casi al límite de la capacidad industrial; la bajísima tasa de inversión en emprendimientos productivos; etc. Culpar a los supermercados por la inflación, implica excesiva ignorancia, o mala fe manifiesta.
Los autistas chocadores han triplicado -y amenazado quintuplicar-, las retenciones a las exportaciones de carne vacuna. Para bajar el precio hace falta mayor oferta de animales, pero eso se logra recién a los tres años de retener vientres, pues hace falta un año para que nazca un ternero, y dos más para engordarlo antes de enviarlo al matadero. La medida gubernamental no hizo bajar el precio de la carne, pero logró que mermaran las exportaciones, en un momento crucial, pues Brasil -el principal exportador mundial-, acaba de ser sacado del mercado por haberse detectado aftosa en sus rodeos.
Los ministros Miceli y Fernández viajaron a España, en busca de acuerdos económicos. Regresaron con las manos vacías. Lo peor fue que el 14 de diciembre habían programado un desayuno de trabajo, con los industriales peninsulares con inversiones en nuestro país. La reunión fue brevísima, pues ninguno de los invitados acudió al convite. En un intento de disimular el fracaso, los dos ministros mantuvieron un encuentro de dos horas y media con el asesor económico del gobierno español, Miguel Sebastián Gascón, según informa el cable de la agencia DYN. El desprecio hacia los autistas chocadores, no pudo ser más explícito.
Nuestro altísimo superávit de las cuentas públicas, nos permite pagar apenas, un poco más de la mitad, de los intereses de la deuda externa, tan exitosamente renegociada por los autistas chocadores. Es decir que además de no pagar un centavo de capital, este gobierno debe acrecentar la deuda -interna o externa-, para pagar la diferencia entre los intereses vencidos, y los que se pueden cancelar con el superávit. En este contexto real, cancelar anticipadamente el capital prestado por el FMI -intereses a tasas mucho más bajas que el resto de la deuda externa-, desde un punto de vista económico, es un verdadero dislate.
Brasil cancelará anticipadamente su deuda con el Fondo, para demostrar solvencia y dar una imagen de solidez, ante el debilitamiento por la corrupción de su actual gobierno. En el caso argentino, dejará nuestras reservas internacionales por debajo de lo razonable, lo cual es un signo de debilidad. Por otra parte la falta de monitoreo del FMI, deja sin el mínimo monitoreo externo nuestras cuentas públicas, y esto aleja cualquier inversor externo. Finalmente, tomar medidas espasmódicas, sin medir las graves consecuencias futuras para la economía -por caso las aquí brevemente descriptas-, demuestran dos cosas:
1°) nuestras autoridades gozan de un autismo a prueba de balas
y 2°) para ellas, la economía es un juego de niños similar al conocido como autitos chocadores. Lamentablemente, la niña ensangrentada se llama República Argentina.
Jorge Scala