Verbigracia: doña Rosa Montero insigne articulista de El País, carga en la edición del martes contra Alejandro Font de Mora, consejero de Educación del Gobierno valenciano, quien asegura que el ordenador de Zapatero puede provocar la miopización de muchos niños. Una tontuna como otra cualquiera, ciertamente, porque todo aprendizaje, incluidas las matemáticas, conlleva un riesgo, aunque sólo sea el del tiempo utilizado en aprenderlas, resulte inútil.
Hasta ahí todo bien, pero por criticar con un cierto decoro no te pagan artículos en el periódico de Juan Luis Cebrián (de los Polanco, cada vez menos).
Pero nuestra Montero es progresista, y los progres no son tontos sino algo mucho peor: son pedantes. Por tanto, no ha podido resistir la tentación de exagerar: poner trabas hoy a la informatización de los niños en las escuelas públicas es un hecho gravísimo. De hecho, doña Rosa se cita a sí misma para resaltar a los felices niños uruguayos, a los que además de un terrorista como presidente, cuentan desde ahora con un ordenador en las escuelas primarias. O sea, que van a ser mucho más cultos que los niños valencianos.
Yo creo que es muy positivo que los chavales accedan cuanto antes a la red, pero no disponer de ordenador en primaria no me parece un hecho gravísimo. Es como si acusaran a un consejero de no surtir con bolígrafos adecuados a los infantes con cargo al erario público. El bolígrafo no es más instrumento para educarse, pero es eso: un mero instrumento. La disponibilidad de ordenador nunca será la clave de la formación de la infancia.
Pero, naturalmente, el asunto no podía quedarse ahí. ¿A qué no saben ustedes quién tiene la culpa de este tipo de actitudes sectarias y disparatadas? Acertaron: ¡Los curas!
Porque el crimen perpetrado por el señor consejero del PP es la otra cara de la moneda -Montero dixit- de aquel obispo que los condones dejaban pasar el virus del sida a través de pequeños agujeritos, por lo que son claramente responsable del contagio de sida y de la muerte de millones y millones, cienes y cienes, de personas.
Montero no se recuerda el nombre del malvado prelado quizás porque no lo dijo prelado alguno. En España, se dijo por primera vez con la demanda judicial que siguió a la campaña de las gomas de la ministra Matilde Fernández, el Póntelo, pónselo y no lo dijeron los curas sino los médicos y hasta los laboratorios. Porque en efecto, el virus del sida se puede colar por los agujeritos, dado que su tamaño es menor que la textura de las gomitas. A partir de ahí surge la polémica sobre si el virus se porta mejor o peor con un preservativo. Pero en su origen no lo dijo obispo alguno, ni tan siquiera un cura, sino científicos y abogados.
A ver si va a resultar que es Rosa Montero quien necesita un ordenador. En cualquier caso, ¿por qué la progresía es tan pedante?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com