Leo en Expansión a Ramón Forcada, que titula su artículo "Hoy, algo más tranquilos gracias a Jackson Hole". Ya saben, los monetaristas, personificados en los bancos centrales para decirnos cómo debemos arreglar los males de la economía mundial.
Christine Lagarde (en la imagen) y Janet Yellen acordaban un principio inapelable: que las mujeres son más listas que los hombres y mejores en todo, también en finanzas, por el hecho de ser mujeres.
E hicieron cierta otra de las falacias del feminismo: se enorgullecían ambas poderosas, así como los cronistas que las alababan, de que, por ser mujeres, eran humildes y, su insondable humildad, reconocían que no sabían cómo solucionar el problema de la banca en la sombra (fondos de todo tipo, principalmente) que, al revés que los bancos, no están regulados ni supervisados y que han sido una de las causas de la crisis telúrica en la que vivimos. Pero la humildad no es el reconocimiento de la impotencia.
La humildad es la verdad y si no sabes cómo solucionar el problema financiero más importante del siglo XXI entonces lo que debes hacer es dimitir.
Y más cuando hablamos de la banca en la sombra, que son los que hoy mandan en el mundo financiero y los que destrozan a la humanidad. Los banqueros son monjas de la caridad comparados con los señores de la banca en la sombra, con los fondistas. No griten contra Botín, FG y cía: griten contra los Soros, los Buffet y demás multimillonarios del mundo, que son los que destrozan en beneficio propio países mercados, empresas y familias.
Porque es cierto que, de suyo, la mujer es más humilde que el varón (también más egoísta) pero el feminismo ha arramblado con todo eso. Ahora la mujer poderosa sigue siendo más egoísta que el hombre pero tan soberbia como los hombres.
Eulogio López
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