Los 10 países incorporados a la Unión Europea ofrecen mano de obra cualificada y barata, paz social e impuestos bajos. Un paraíso irresistible para el capital. Así que el proceso de deslocalización industrial parece imparable. Quien más lo está sufriendo es Alemania, cuya cercanía con la antigua órbita soviética está fomentando el traslado de sede.

 

Y el canciller alemán, Gerard Schröder está dispuesto a frenar la sangría. El eje franco-alemán ha vuelto a ponerse en acción para proponer una armonización fiscal que impida esta competencia tributaria entre estados miembro. En caso de triunfar la propuesta de Berlín, se llevaría por delante el actual régimen irlandés que ha permitido los mayores crecimientos de la UE. Pero también afectaría a la promesa de Zapatero de rebajar el Impuesto de Sociedades al 30%. De eso nada. Y la experiencia del IVA súper reducido de libros y discos da buena muestra de quién manda en la Unión.