La vicepresidenta primera del Gobierno se encuentra en horas bajas, es decir, que De la Vega no es la que era, al menos es lo que he leído y oído y es lo que se respira entre los círculos políticos e incluso en la misma Moncloa. ¿Será verdad que la princesa está triste?, ¿pero qué tiene la vicepresidenta?
Es verdad que en esta segunda legislatura, la vicepresidenta ha cambiado radicalmente su actitud respecto a los primeros cuatro años de Ejecutivo con Zapatero. Ella fue la que recibió los golpes; y ahora... ¿qué? Últimamente vemos que ni coordina, ni controla, ni dirige, ni funciona como vicepresidenta ni casi como portavoz. En muchas ocasiones pierde los papeles, especialmente con los periodistas cuando le hacen algunas preguntas comprometidas, no sabe, no contesta, no entiende o no quiere contestarlas. Incluso en el hemiciclo acaba siempre crispando y a veces gritando, ¿recuerdan? ¡Sus ansias de poder les ciega!, que lanzó a la bancada de la oposición.
Se comenta y cuesta entenderlo, que también existe una alta tensión con los otros dos vicepresidentes, que no se habla con algunos ministros como el de Interior y el de Fomento. Ni se entiende con la de Defensa, ni con el propio portavoz parlamentario ¿Pero qué tiene la princesa? En su cara se ve tristeza. ¿Por qué esté triste? Si siempre le ha sacado las castañas del fuego a ZP.
No se cuenta con la vicepresidenta primera para la comisión económica que ha nombrado Zapatero, algo que contrasta con la actitud de los tres ministros que serán responsables. Así, se puede afirmar que la causa de la tristeza puede ser la pérdida de confianza de ZP y de sus compañeros.
Pedro J. Piqueras Ibáñez