En la Conferencia Episcopal Española andan muy preocupados, incluso un pelín divididos, sobre la posible marcha de Federico Jiménez, cuando le venza su contrato -1,2 millones de euros de salario al año, más la promoción gratuita de su periódico digital y de su TV digital-, vencimiento fechado para junio de 2007.

Cuando digo que están divididos, quiero decir que lo están entre quienes pretenden renovarle ahora mismo y ofrecerle todo lo que pida (que no es mucho : simplemente lo pide todo) y quienes pretenden, al menos, rogarle, con mucho respeto y consideración, que él y su socio Pedro J. Ramírez, un cristiano ejemplar, no den más escándalos de los estrictamente necesarios, y no insulten a los propietarios, es decir, a los católicos y a la Iglesia, más de lo que aconseja la caridad primaria. Nota a pie de página: todo lo aquí dicho se puede hacer extensivo al insigne César Vidal, el de El Mito de María, al que dedicaremos nuestra atención en breve plazo.

Porque, para que lo sepan: todo el famoso debate sobre la marcha de Federico Jiménez de la COPE no es más que un paripé montado por el propio interesado. Hay obispos a los que, cuando escuchan su emisora se les abren las carnes, pero callan, porque en la Conferencia todavía reina el síndrome Edica, aquella estupenda editorial de prensa que, por tratar mejor que nadie a sus empleados, a punto estuvo de llevar a la ruina a la Iglesia. El principio, más bien el final, es el mismo : sin Federico estamos abocados a las pérdidas.

La natural modestia del aludido le impide aprovecharse de argumento tan peregrino; le basta con que dicho argumento se mantenga en vigor. Lo que en la Conferencia parecen olvidar es que resulta más que discutible que la COPE necesite de personajillos como Jiménez o Vidal, pero que lo único indubitable es que ellos son los que no pueden sobrevivir sin la COPE. De intelectual tiene tan poco como de cordial, pero FJL se vende estupendamente. Por ejemplo, dado que los obispos se fían de él lo mismo que de una víbora cornuda, y por si acaso aquellos a los que tilda de talibanes, es decir, los cristianos coherentes con su fe, se despiertan, ha empezado a alabar a Carlos Herrera, el locutor de Onda Cero. No se preocupen que en los próximos meses, hasta que renueve con COPE, no oirán ustedes una crítica a José Manuel Lara. El propósito de Jiménez es este: si los obispos dicen hasta aquí hemos llegado, él se marcharía a la Onda Cero y Carlos Herrera regresaría a la COPE.

Es un farol, porque José Manuel Lara es como Polanco : propietario, y no admite que un periodista, aunque se trate de un intelectual de hondo calado, le orine en la pechera. Por eso no quiere que Carlotti compre El Mundo considera a Pedro J. un bicho aún más peligroso que Jiménez- y por eso expulsó a Luis María Anson de La Razón. Además, Ferrari no soporta a Federico (¿quién soporta a Jiménez salvo los que cobran de su negocio usurpador en la COPE, es decir, de la COPE?) y Carlos Herrera le agrada comenzar a su programa en bastión, en su casa, donde le han instalado un estudio según me cuentan los compañeros de Onda Cero- de lo más molón. Que no hombre que no, que el Fede juega de farol.

Porque el problema de FJL no es sólo que escandalice y cabree a todo aquel que defienda el Magisterio de la Iglesia, sino que juega a dividir a los obispos. Ejemplo : un lunes ejecuta una entrevista absolutamente babosa a monseñor Cañizares, para al día siguiente poner como no digan dueñas a los obispos catalanes. O, ahora que ya no tiene mando en plaza en la COPE, utiliza su último libelo para despreciar a monseñor Rouco. Recuerden que Jiménez es tímido por naturaleza. En cuanto tiene al enemigo delante se vuelve el más premioso de los entrevistadores (recuerden la charla con Rodríguez Zapatero), pero cuando sólo comparte compañía con el micrófono o con sus secuaces le surge el madelman insultón que lleva dentro : los periodistas católicos son mediocres, los directivos de la COPE son cobardes, los políticos católicos del PP unos chisgarabís, en la Iglesia hay mucho talibán, etc., etc. Eso sí, siempre se muestra dispuesto a dar su vida por España y la libertad. Si no lo ha hecho, es porque no ha tenido ocasión, pero la inmolación se espera a cada instante.

Por tanto, respondamos a la pregunta: ¿Federico es sustituible en la COPE? Por supuesto que sí. De no ser por la bondad de tantos obispos y de tanto católico, bondad que el aludido utiliza tanto como desprecia, la Conferencia caería en la cuenta de que es el medio el que lanza al personaje, y no el personaje al medio, que a día de hoy sigue con la mitad de oyentes que la SER, y eso a costa de roer el hígado de la legión de ofendidos con ZP.

Ahora bien, el dilema que, en mi modesta opinión, debe afrontar la Conferencia Episcopal, propietaria de la COPE, no es si hay que echar a Federico. Eso no es un dilema, sino una necesidad urgente. La cuestión es si la COPE debe ser un medio de comunicación en tiempos de relativismo o si debe ser un instrumento para evangelizar a través de una visión cristiana d la información de actualidad. Si es lo segundo, Federico sobra, Vidal también y Pedro J., Y otros tertulianos ilustradísimos de la nueva derecha deben salir por la puerta o por la ventana, indistintamente. Pero si la respuesta es lo primero, si la COPE es un medio que compite en un muy libre mercado de la información, donde el primer mandamiento es el beneficio y el segundo la audiencia, entonces quien estorba es la Conferencia Episcopal. La Iglesia está para evangelizar, y lo que no sirva para evangelizar debe ser suprimido. Por eso la Iglesia ha creado en su historia colegios, hospitales, centros de asistencia, sindicatos y medios informativos, pero no ha creado empresas de automoción, sociedades de valores, acerías o conserveras. Esa es tarea de los laicos.

Por otra parte, el fantasma Federico no es una alusión, me refiero al fantasma de Federico- constituye, con su amigo Pedro José, el paradigma de la Nueva Derecha en España. ¿Y qué es la nueva derecha? Pues, aquí y en cualquier otro lugar, la Nueva derecha no es más que la misma derechona de siempre una vez que se ha olvidado de Cristo. El Mundo y Federico, en la COPE, se están aproximando al fascismo, que no es más que la deificación de la nación (en el caso de Pedro J. más que deificar la patria se deifica a sí mismo) y la utilización de la Iglesia como medio. Y aunque sea para obtener un fin tan nobilísimo como la unidad de España.

Al arrinconar los principios cristianos, la nueva derecha olvida algo muy concreto : El amor es el único punto donde se cruzan la libertad y la justicia, los dos grandes valores de la vida pública y de la privada. Por eso, todos los valores de la derecha política, a lo largo de toda la edad moderna, han sido los valores cristianos. Solo en ellos radicaba su supremacía moral sobre la izquierda, más preocupada históricamente, ahora ha degenerado en mero y decadente progresismo- por la idea de justicia. Pero sin Cristo, la derecha política no es más que eso : triste fascismo. Y su liberalismo, triste, e injusto, capitalismo.

Eulogio López