Traducción de la aborregada prensa económica: es una operación muy buena para ambas partes: el Santander refuerza su base de recursos propios y los titulares de las titulizaciones fondos de inversión, en su mayor parte- salen del suelo donde se encontraban: por precio devaluado y por falta de liquidez, dado que nadie compraba dichos títulos. O sea, que gana el banco y ganan los propietarios.
¡Y un jamón de mono! Aquí el único que gana es Emilio Botín D. Emilio-, el especulador, porque toda paquetización es un acto especulativo, una burbuja financiera que en nada beneficia a la economía real. Los titulares estaban con el agua al cuello y don Emilio le ofrece salir del hoyo y pasarse al dividendo. Es como si el Santander les hubiese cortado un pie y ahora acude en su ayuda ofreciéndoles una muleta para que puedan complementar el único apéndice que les queda.
Quien sí gana es el mercado, ciertamente, porque todo lo que sea reducir las titulizaciones, es decir, la especulación, es bueno. Y ganamos todos, en cuanto se reduce el monto especulativo, aunque sea en una pequeña parte. De esta forma, el Santander regresa, parcialmente, a donde nunca debió salir: premiar a sus accionistas vía dividendo y que la plusvalía sea un acicate marginal y no como ahora, que es al revés-.
Ahora bien, que encima no pretendan convencernos de que lo hace por los titulares de bonos hipotecarios: lo hace porque le conviene a costa de los titulares de esos bonos. No es que sufra por ellos, claro, porque de especuladores hablamos, de gente que, una vez cubiertas sus necesidades primarias, aún le queda dinero para invertir en bolsa (o en un fondo, donde pierde todo control sobre su dinero), pero que el señor Botín no pretenda tomarnos por idiotas. No voy a sufrir por ello pero me fastidia que el señor Botín nos tome por tontos. Me asombra este acriticismo generalizado entre periodistas y analistas respecto a la oligarquía bancaria. ¿Es esto ganar valor para el accionista? ¿En serio?
Eulogio López
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