Todo el mundo quiere manifestarse en Madrid y todo el mundo quiere hacer huelga en el sector servicios públicos, a ser posible en Madrid. Madrid es un altavoz y una concentración de 6 millones de personas en un espacio pequeño, la provincia con mayor densidad de población del país. Es decir, que un colectivo muy pequeño, que sepa utilizar como rehén a la población, puede conseguir lo que quiera. Basta con tener pocos escrúpulos. Ahora mismo, Madrid soporta huelga de transporte urbano y huelga de recogida de basura, mucho más peligrosa. Naturalmente, los sindicatos practican el gamberrismo laboral, ni cumplen los servicios mínimos ni nada que se le parezca: se trata de fastidiar. Además, en el caso del transporte urbano las condiciones de trabajo y los salarios no son malos. El problema de la recogida de basuras es más peligroso y más complejo, porque se presta más al chantaje -una ciudad no puede vivir en la basura muchos días, y porque en este sector se opera bajo el modelo de contratas. Es de cajón: si las instituciones subastan los servicios municipales es para que las empresas pujen a la baja. Si gana un concurso y quieren privatizar a la baja es evidente que desearán mantener el margen y fiarán su beneficio a la contención de los gastos, especialmente de personal. En otras palabras, que pagarán poco a sus trabajadores. Todavía recuerdo cuando la entonces concejal del Partido Popular, Esperanza Aguirre, convenciendo a su compañera de Grupo, Mercedes de la Merced, para que aceptara la mejor oferta. Es decir, la que pedía menos dinero, para limpiar Madrid. Y ya saben: al avaro y al pobre todo le cuesta el doble. Aunque se trata de la Corporación Municipal de Madrid. Y lo pagan los empelados. No me gustan las leyes de huelga, porque prefiero que derechos se reconozcan mucho y se regulen poco. Pero a lo mejor hay que proteger a los ciudadanos del sindicalismo irresponsable. Y, al mismo tiempo, también sería el momento de regular las subcontratas, verdadero cáncer del asalariado. Porque si mejorar la productividad consiste en pagar menos a los trabajadores, entonces a lo mejor hay que pensar en otro sistema. Elogio López eulogio@hispanidad.com