¿Cuánto vale el español? Sí, es una pregunta muy mercantil, pero probablemente apropiada. Si nos diéramos cuenta del tesoro que tenemos, probablemente lo cuidaríamos más. Tenemos un pozo petrolífero por explotar, señalaba gráficamente en la mañana de este martes el director del Instituto Cervantes, Cesar Antonio Molina. Un poco que se ha extendido de manera imparable por el mundo sin que apenas hubiera actuación gubernamental alguna.

Según Molina, el español supone una industria limpia y amable equivalente a nuestro 15% del PIB; emplea a cerca de 500.000 personas que directa o indirectamente están relacionadas con la lengua. España recibe todos los años cerca de 200.000 estudiantes que invierten 2.000 de media en estancias de tres o cuatro semanas para perfeccionar el idioma. Pero tenemos todavía mucho que hacer hasta llegar al millón de estudiantes que deberíamos tener siguiendo el modelo de Gran Bretaña, Irlanda o Estados Unidos, apunta Molina, quien apuesta decididamente por invertir en una industria próspera que además puede servir de canal de toda nuestra producción cultural.

Demográficamente el español se extiende de manera imparable. Es ya la cuarta lengua del mundo tras el chino, el hindú y el inglés. Lo hablan el 6% de la población mundial frente al 8,9% que hablan inglés y el 1,8% que hablan francés. Y según algunos cálculos, el español superará al inglés en el 2050. La evolución es tan imparable que el British Council recomendó hace dos años el estudio del español y del chino mandarín. Además, en Estados Unidos es la segunda lengua matera y la más estudiada como lengua extranjera, con 6 millones de alumnos. Lejos de la saturación, porque la perspectiva es que crezca en 3 millones de alumnos más, apunta Molina.

Estados Unidos no es una excepción; también Brasil tiene 11 millones de estudiantes tras incorporarlo en su curriculum escolar; una decisión que el Instituto Cervantes trata de exportar también a Filipinas. En Francia hay dos millones de alumnos que estudian español y el interés por el español llega a países donde era anteriormente inexistente como Suecia con 100.000 alumnos o Costa de Marfil con 235.000 alumnos.

Ocaña sitúa los retos en mantener un peso específico en los organismos europeos si es que no quieren relacionarse exclusivamente consigo mismos. Además, plantea la necesidad de trabajar más y mejor, en más centros, más países, con más medios como internet y TV y con más alumnos para dar a conocer nuestra lengua, pero también nuestra cultura. No somos una academia de idiomas. El director del Instituto Cervantes concluye que el español es nuestro gran tesoro y mañana será nuestra gran industria.