Otra Cumbre inútil: clamorosa inacción de los 27 ante una crisis financiera que no toca fondo, y que ya afecta directamente a la economía real. Es como si nadie esperara ya nada de la UE. La Unión de 27 miembros comienza a resultar ingobernable y el eje París-Berlín prefiere tratar las cuestiones importantes en privado. Respecto a China, la idea sigue siendo que los intereses comerciales que genera un mercado de 1.100 millones de consumidores justifica el apoyo a la mayor tiranía del mundo

¿Queda algún euroentusiasta entre los 500 millones de habitantes europeos, con la excepción, claro está, de los participaciones en las onerosas cumbre de la Unión Europea, donde cada mandatario puja por figurar en primera línea de  la foto de familia? Parece que no. Las cumbres de jefes de Gobierno pasan desapercibidas, y los cronistas presentes se las ven y se las desean para conseguir un titular. Durante la reciente Cumbre de Primavera, celebrada a finales de la presente semana en Bruselas, fue el aplauso de un sarkozy a Zapatero por su triunfo electoral, un aplauso melodramático que no es ajeno al intento del presidente francés descolonizar España con sus multinacionales públicas.

Además, París y Berlín, Sarkozy Merkel, están convencidos de que Europa de 27 miembros se ha vuelto ingobernable, y que lo único que puede hacerse es tomar las decisiones importantes en reuniones particulares, si acaso ampliables a Reino Unido e Italia.

Pero esa vez se han batido odas la macas. En plena crisis de liquidez financiera, que ya ha afectado a la economía real, la Cumbre no ha adoptado ni una sola resolución contra la crisis, ni una sola. Ni tan siquiera una toma de postura sobre política monetaria, a pesar de que en Estados Unidos se ha implementado un plan fiscal para renovar la economía y se discute, ya sin prevención alguna, los modos de controlar los excesos de los intermediarios financieros y reducir el componente especulativo de las bolsas –sólo posible mediante medias fiscales-. Asimismo, nada que decir sobre la balanza comercial europea, en caída libre por la depreciación del dólar o por un encarecimiento del precio del petróleo que ha colocado al mayor consumidor del mundo –y apenas productor, la UE, como un verdadero títere de las 11 dictaduras que componen la OPEP.

Europa siempre ha presumido de ser la campeona de los derechos humanos. Sin embargo, ha cerrado los ojos a la explosión de violencia en el Tibet: ni tan siquiera un amago de condena a Pekín, la mayor dictadura del mundo, ni una amenaza cara a las Olimpiadas que van a legitimar la dictadura china ante el mundo. Todo, con tal de no perder un mercado de 1.100 millones de consumidores, que se rige por el modelo "un país, dos sistemas". Es decir, una dictadura socialista con un mercado capitalista. La reciente asamblea del partido Comunista Chino ha dejado claro que la apertura económica no significa apertura política ni libertades públicas, y que el Régimen aspira a perdurar eternamente.

En concreto, el presidente francés, que se ha convertido en el principal proveedor de actores nucleares de China, no quiere ni oír hablar de castigar a Beijing.

El asunto: ¿Europa ha muerto o sólo vegeta? Porque lo pero es que toda esta indolencia europea ya no merece ni un titular en la prensa. Es más de lo mismo, es lo de siempre.