Uno de los principales problemas -económicos, no políticos- a los que se enfrenta España es el cainismo. Los gobiernos alemán, francés, italiano o británico defienden a sus bancos -e incluso les salvan de la quiebra con dinero público- mientras el Gobierno Zapatero y el Banco de España ponen en solfa a las entidades cuyos directivos no les agradan, por ejemplo, a la presidida por el ex vicepresidente económico del Gobierno con José María Aznar, Rodrigo Rato, es decir, al Banco Financiero y de Ahorro (BFA). Y eso que Rato ha cumplido con el modelo dictado desde el Gobierno, empeñado en eliminar a las cajas de ahorros. En efecto, Rato lidera la fusión de nada menos que de siete cajas que, además, se han convertido, según los deseos del gobernador, en un banco-sociedad anónima, en el BFA.
Es igual. En estos momentos, el sistema bancario español cuenta con uno de los gobernadores más sectarios de su historia: Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), con el que Zapatero rompió el consenso tradicional con el Partido Popular para el nombramiento de una figura llamada a hacer gala de la máxima independencia.
Sin embargo, MAFO ha dibujado un mapa bancario en el que sólo caben tres grandes grupos bancarios en España. Los demás se quedan de comparsas. Los dos primeros, lógicamente, Santander y BBVA, y luego lo que surja alrededor de La Caixa, un proyecto inacabado.
Ahora bien, el BFA es el tercer banco en dimensión y su saneamiento se presenta dificultoso. En total, necesita refinanciar cerca de 20.000 millones de euros a lo largo del año, y eso suponiendo que la vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado, no apriete aún más las clavijas y se empecine en adelantar el cumplimiento de los límites mínimos de capitalización el Banco de España regatee las ayudas públicas del FROB o les impida a las cajas que cuenten como recursos propios (a un interés del 7,75% oiga usted).
Es decir, se sitúa a Rodrigo Rato ante la alternativa de acelerar la reconversión -y los sindicatos se le echarán encima, además de sus socios- o de ser nacionalizado por no cumplir las rigurosas normas impuestas... por el Gobierno de la nación. En ese caso, habría fracasado.
Y con un riesgo añadido: Rato se verá obligado a enajenar más activos, y entre ellos figuran empresas estratégicas tales como Iberdrola, Indra, Iberia, MAPFRE, Realia, NH, SOS, etc., especialmente en las que no poseen un socio de referencia claro. Además, vender deprisa es vender mal y/o dejar el futuro de esas empresas en manos de los depredadores del capital-riesgo. O eso, o ser nacionalizado o absorbido por Santander, BBVA y Caixabank, todos ellos. Con la excepción del último, poco interesados en ganar cuota de mercado en España.
Es lo mismo: si Rato fracasa en BFA el PSOE habrá logrado una gran victoria propagandística sobre el PP, porque Rodrigo Rato es el símbolo de la buena gestión económica de la Administración pepera. El renacido Zapatero -renacido en su propio feudo socialista- se frota las manos.
Con el pintoresco episodio del informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pasado algo similar. Me consta que desde el Ejecutivo se ha amplificado el manipulado informe del FMI sobre la gestión de Rato. Por supuesto que el FMI no previó la crisis bancaria, entre otras cuestiones porque no es función del organismo con sede en Washington ocuparse de la solvencia bancaria sino de la solvencia de la deuda soberana... que no es lo mismo aunque estén relacionados. Por otra parte, llama la atención que un informe aprobado en octubre salga la luz ahora y tampoco lo es que repitan las tesis anti-Rato de su sucesor, el francés Dominique Strauss-Kahn, quien ha aprovechado el informe para asegurar que, ahora sí, mismamente bajo su mando, se han arreglado las finanzas del mundo mundial. El objetivo de don Dominique consiste en pasar de la Presidencia del FMI a la Presidencia de Francia, como candidato del socialista PS.
La actitud del Banco de España contrasta con la que mantiene el supervisor respecto a Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander, que aguarda la sentencia del caso Olabarría Delclaux. Aunque resulte condenado e inhabilitado como banquero por el Tribunal Supremo, MAFO intenta encontrar cualquier argucia legal para que Sáenz permanezca en su puesto.
Lo dicho: puro cainismo. Con tal de fastidiar al enemigo político se fastidia a todos los ciudadanos. Cainismo y sectarismo en estado puro.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com