Sr. Director:

Dado el alarmante aumento de abortos provocados, intenciones de experimentar con fetos humanos, casos de violencia doméstica, abuso sexual de menores, he querido reflexionar sobre el tema, que creo, con seguridad, será una clara referencia por la cual nuestra era será recordada en los tiempos futuros.

Por su especial gravedad, no puede ser otro que el de la aberrante y silenciosa, pero segura, implantación de una Cultura de la Muerte a escala mundial y globalizada. Éste problema trae consigo mismo los frutos amargos de unos acontecimientos de los que estoy más que seguro que la humanidad tendrá que afrontar.

Así como con la esterilización forzada, la eutanasia, el aborto y la eugenesia en los tiempos de la Alemania y la Europa Nazi ocupada, los abogados del nazismo y del abortismo y de la Cultura de la Muerte actual han usado eufemismos tremendamente similares en un intento claramente interesado por definir como bueno lo que es obviamente nefasto.

¿Cómo es posible que tantos ciudadanos hayamos tenido semejante ineptitud intelectual como para habernos dejado engañar por ésta prostitución de la palabra, por estos cantos de sirena y por éstos flautistas de Hammelin y artistas de la mentira?  Es realmente lo que les interesa a los oportunistas y los abogados de los lobbies de la muerte: Que seamos tan ineptos que no sepamos distinguir los derechos más básicos del ser humano por encima de nuestros intereses económicos, partidistas o de la índole que sea.

Por poner un ejemplo, en una de las frases de los partidarios de la Cultura de la Muerte se podía leer una alusión a "los derechos a la salud sexual y reproductiva son indispensables para combatir con energía la pobreza, el HIV/SIDA, la inequidad de género y la que vaya si suena igual, pero es como "poner el crucifijo al revés".

Jorge Benito

 

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