- Su presidente Mario Draghi, lleva ya dos manguerazos de liquidez en pocos meses de mandato.
- BCE y Reserva Federal no han conseguido reactivar la economía de Occidente con su política de dinero barato.
- Del monetarismo de tipos bajos sólo se están beneficiando los gobiernos, quienes obligan a los bancos a comprar su deuda. La economía real no recibe nada.
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) (en la imagen) tiene alma de banquero de inversión, que es donde ha hecho toda su carrera, con alma de financiero puro. Para estas personalidades, el objetivo de la economía es el dinero, no el bienestar de los ciudadanos.
El jueves 8 dejaba el precio oficial del dinero en un histórico 1%, y eso tras dos manguerazos de medio billón de euros (es decir, en un mes, el Producto Interior Bruto español).
Asegura que no habrá más manguerazos, pero lo cierto es que nadie le cree. Y es que el monetarismo todo lo arregla con liquidez, aunque sea el océano de liquidez, la máquina de hacer dinero barato, de los últimos 30 años la que nos ha llevado a la crisis más dura de toda la historia.
Y a este paso, con tanto manguerazo, el asunto tiene visos de crisis permanente. Porque la segunda parte es que los bancos no han proporcionado el dinero conseguido del BCE a familias y empresas sino que son forzados -es lo que menos recursos propios consume- por gobiernos y autoridades multinacionales, a comprar deuda pública, no a fomentar la inversión privada. De esta forma, un mecanismo clave de los mercados financieros capitalistas, la creación artificial y exuberante de moneda, termina por fortalecer al Estado, es decir, al socialismo.
Naturalmente ni el BCE, ni su patrón, la Reserva Federal Norteamericana, han conseguido reactivar la economía occidental con su política de tipos bajos y de manguerazo. Pero ya se sabe que el intermediario financiero es el único hombre capaz de defender un modelo, fracasar con él y, precisamente por ello, intentarlo de nuevo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com