Los mercados bursátiles resucitaron el miércoles tras el susto del martes. Una vez que los ochos soldados británicos detenidos por tropas iraníes (los temidos Guardianes de la Revolución) se humillaron ante las cámaras de TV y confesaron su inexistente culpa, asegurando que habían entrado en territorio iraní, y ahorrándole así al Gobierno Blair tenerse que humillar él, las bolsas mundiales se han tranquilizado. Es posible que ahora los iraníes se muestren benévolos, pero Occidente sabe que no será la última provocación.

Del trío de las Azores con presencia militar, el eslabón más débil era España, que sufrió el zarpazo del 11-M; ahora es el Reino Unido.

Por otra parte, Al Qaeda es quien más clara tiene su estrategia. Ahora amenaza al primer ministro del Gobierno provisional iraquí Iyad Alawi. Para Al Qaeda, los occidentales (cruzados) son enemigos, pero los musulmanes que aceptan dialogar con Occidente aún son peores: son traidores.