Con tal de fastidiar a sus aliados históricos, por ejemplo a España, el presidente argentino Néstor Kirchner está dispuesto a cualquier cosa. Por ejemplo, a convertirse en socio preferencial de China.

Kirchner volvió de China con un acuerdo que suponían inversiones de 20.000 millones de dólares. Pero inversiones, ¿de quién en qué? No está nada claro. Se supone que la Argentina puede aportar acero y petróleo a China, el gran importador de estos dos bienes primarios. Pero, por el momento, y como ocurre con casi todo lo que hace Kirchner, parece que nos encontramos ante un acuerdo más político que económico. En la Argentina, la expectación es grande, las sospechas muchas.