Su familia, el único motivo para no renunciar a su carrera judicial. El Tribunal Europeo de Estrasburgo, su única posibilidad.
El juez Fernando Ferrín Calamita sufrió en 2008 uno de los mayores atropellos judiciales que se conocen hasta ahora. En su intento por conocer los efectos en una menor por tener dos mamás, se enfrentó al lobby gay y salió malparado. En un panorama actual español en el que lo peor que puedes hacer es enfrentarte o por lo menos discrepar del modelo gay, el juez Ferrín Calamita fue condenado a 10 años de inhabilitación, más otros tres sin poder ejercer ya que para hacerlo debe carecer de antecedentes penales, y en su caso caduca en tres años.
Hace un par de días, cumplió los tres primeros años de inhabilitación. Y todo por querer investigar y así saber qué era lo más justo no sólo para las madres, sino principalmente para la menor. Claro está, los meses que dejó en suspensión la sentencia fueron excesivos para determinados grupos. Resulta llamativo que sea así cuando la Justicia española tiene cientos de casos que se resuelven tras varios años de estar parados. Pero aquí fueron excesivos seis meses.
El juez ha publicado una nota de prensa en la que explica la situación en la que se encuentra, así como el ninguneo al que ha sido sometido por la Justicia en su caso. Su única opción: el Tribunal Europeo de Estrasburgo.
Hasta entonces, no le queda más que seguir muy unido a su familia (su esposa y sus siete hijos), consciente de que hizo lo que consideraba justo y, en ningún caso, queriendo dañar a las partes, sino simplemente buscar el mayor bien. Este año el juez Ferrín Calamita cumpliría 25 años en la carrera judicial. Quizás España ha perdido por ahora un juez, pero ha ganado a una persona noble, algo que falla en estos días.
Juan María Piñero
juanmaria@hispanidad.com
Dile a los jueces y juezas... Vicente Vallés, ejerciendo de feministo
14/12/24 15:00