Antonio Gutiérrez, al no respaldar con su voto como diputado, el decreto sobre la reforma laboral, ejerció su derecho a la objeción de conciencia y, de paso, dio una lección a su compañero de filas, José Bono, presidente del Congreso, distinguido, precisamente, por su incoherencia como católico al avalar con su voto la ley del aborto libre.
Imagino que los sindicalistas de Comisiones Obreras estarán muy agradecidos a Antonio Gutiérrez por su coherencia política. Pero los católicos no tenemos ninguna razón para mostrar gratitud alguna a José Bono por su incoherencia religiosa.
La diferencia es obvia: mientras la reforma laboral no deja de ser una materia opinable, la defensa de la vida humana está en la entraña misma de la fe católica, de acuerdo con el quinto mandamiento que Bono parece haber olvidado: no matarás.
Se puede ser católico y socialista, pero no está nada claro ser católico y apoyar una ley de aborto libre. Así de claro. Bono es un personaje inconsecuente y inconsistente y de nada le valen los subterfugios para lavar su conciencia públicamente.
El fin de su ambición política no justifica los medios para aparentar lo que no es.
Pedro J. Piqueras Ibáñez