Mister PESC presiona a ZP para sustituir a Alierta: quiere jubilarse como millonario. El hombre de ZP en la operadora es Javier de Paz. Solana no tiene experiencia empresarial alguna pero, eso sí, es uno de los miembros más sectarios del Nuevo Orden. Alierta ha recibido el apoyo de los fondos internacionales accionistas de la operadora

Fue ministro de Cultura (el catorceavo de la democracia) con Felipe González. Dentro del Felipismo representó la conciencia laica, como le gustaba autodenominarse. Solana era conocido en el primer Gabinete de González por su Cristofobia y fue el primero en darse cuenta de que una de las urgencias para transformar la sociedad en su favor consistía en financiar con dinero público al cine -controlado por los progresistas- y la cultura-espectáculo, sí como a los intelectuales orgánicos: marcar qué es lo que había que leer, la música que había que escuchar o los ensayos y editoriales que convenía tener en cuenta. Era el mundo previo a la llegada de Internet.

Fue, además, antes de que Rubalcaba tomara el relevo, el hombre que creó el pacto de sangre entre el grupo PRISA y el Gobierno socialista de FG. Eso sí, este paradigma del Felipismo abandonó España cuando el tándem González-Guerra comenzó a verse como sinónimo de corrupción y de terrorismo de Estado.

Su currículo internacional se forja como secretario general de la OTAN, donde dio un paso adelante, muy firme, para ingresar en la nomenclatura del Nuevo Orden Mundial. Era ya el Solana de la Trilateral, el pacifista al que se recurría tanto para la guerra de Bosnia como para el diálogo con el comunismo en regresión. Desde el organismo político-militar trenzó firmes lazos con la clase política americana, especialmente con los demócratas pero sin despreciar al movimiento neocon. Su equidistancia en la guerra de Iraq, cuando el mundo diplomático se partió en dos, constituye el elemento más llamativo de su carrera.

Más tarde, como Mister PESC, o ministro de asuntos exteriores comunitarios, su pertenencia al Nuevo Orden Mundial. Siempre cercano a Naciones Unidas y otros organismos multilaterales, le ha valido el papel de interlocutor tanto con Israel como con los países árabes. No olvidemos que el único enemigo de Javier Solana era la Iglesia Católica.

Pero todo cansa, especialmente cuando se llega a cierta edad. Solana se ha cansado de la política y quiere cerrar su currículo profesional como empresario, donde se gana mucho más dinero. Así, se ha postulado ante Rodríguez Zapatero como sucesor de César Alierta en la Presidencia de Telefónica. De esta manera sucedería a su hermano Luis, que también  presidió Telefónica con González, cuando al presidente de la operadora le nombraba el Gobierno. Entonces se hablaba del hermano listo Luis- y del hermano tonto Javier-.

Lo cierto es que Solana no tiene experiencia empresarial alguna y que el hombre de Zapatero en Telefónica es el consejero Javier de Paz, como lo es que se trata de la primera multinacional española con 200 millones de clientes, cientos de miles de accionistas y decenas de miles de empleados.

Pero es igual, tanto ZP como Solana siguen teniendo un sentido patrimonialista de las empresas privatizadas, lo que les lleva al chantaje: una teleco puede ser chantajeada por el Gobierno a través de los organismos reguladores, de las tarifas y de los medios informativos.

Y Javier Solana quiere jubilarse como presidente de Telefónica y hacer valer los favores que le debe ZP: haberle presentado en sociedad en la Unión Europea.

Lo que no saben Javier Solana ni Zapatero es que tras la sentencia del llamado caso Alierta, el presidente de Telefónica ha recibido el apoyo de los grandes fondos de inversión internacionales que controlan el 50% del capital de la compañía y a los que las maniobras de Mr. PESC o del propio presidente del Gobierno no impresionan demasiado.

Eulogio López

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