Sr. Director:
Dios suele hablar a la humanidad por signos o señales, que el hombre, único ser inteligente, debe saber interpretar para conocer el querer divino .El devenir de acontecimientos gratos o ingratos, que suceden en el tiempo y en la historia, han de poner al hombre, en reflexiva actitud de conocer lo que Dios demanda. Ya Jesús en el Evangelio interpeló a sus oyentes porque estaban ciegos y sordos al no saber interpretar lo que Dios les comunicaba por los varios acontecimientos de la vida.
Hoy día podríamos reflexionar - al menos los creyentes - qué nos querrá decir Dios con el fenómeno creciente e imparable de la inmigración del tercer mundo.
No es aventurado pensar que la inmigración es una invitación única y formidable a los cristianos para evangelizar a los miles de inmigrantes que arriban a Europa. Sin exagerar podemos afirmar que tenemos en casa la verdadera misión, sin necesidad de desplazamientos. La evangelización en casa habría de ser una realidad.
Sí, pero¿Estamos los europeos y con ellos los españoles, en condiciones de ser auténticos testigos del Evangelio?.De hecho al contacto con los inmigrantes, ¿les aportamos, además de bienestar material y un modo distinto de vida, valores trascendentes y testimonios altruistas de una fe madura y comprometida? Preguntas difíciles de contestar con honradez y sinceridad.
Miguel
miriv@arrakis.es