En Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y otros países hispanoamericanos cunde la obsesión antiespañola. Por eso, expropian nuestras empresas. En el Reino Unido no cunde: ha cundido siempre,  entonces el Ceo, de IAG, Willie Walsh -la voz que  arremete contra la política española- aplaude a los separatistas catalanes y asegura que Vueling (la empresa de Iberia arrebatada por el holding) seguirá operando aunque Cataluña se independice y salga de Europa y del euro. No lo hace con mala intención: sólo por fastidiar.

Los italianos, los mismos que compraron la primera eléctrica española, Endesa, braman porque Telefónica se ha atrevido a comprar hasta un 22% de Telecom Italia, aunque fueron ellos los que llamaron a Alierta para que entrara ante el peligro que llegaba de México (Carlos Slim). Oiga, y el Gobierno brasileño se ha adelantado a advetir a Telefónica que no puede controlar los operadores brasileñas: VIVO (Telefónica) y TIM (Telecom ilaia. Pero si todavía no controla más que un 22% del TIM y no pinta nada en la gestión.

Los norteamericanos Chevron y Dow Chemical pactan con el Gobierno argentino, el del robo-expropiación a YPF. Precisamente son norteamericanos, que exigen a todo el mundo seguridad jurídica. En cuanto han visto oportunidad de negocio a costa de un robo anterior, se han apresurado a pactar con la campeona mundial de la inseguridad jurídica: Cristina Fernández de Kirchner.

Sí, vivimos tiempos de hispanofobia. Ahora bien, todo esto no ocurriría si los españoles estuviéramos unidos. Nuestro problema no es ya de falta de patriotismo: es puro y simple cainismo. Y ya lo dijo Martín Fierro: "Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera, y si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera".

Eulogio López

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