Sabemos que la miseria y la pobreza que existen en países de todo el orbe se hubieran podido eliminar si las voluminosas inversiones en armas bélicas, que sirven para la beligerancia y la devastación, hubieran sido destinadas a adquirir alimentos que aprovechan para la vida.
Por lo tanto, la semblanza de la infancia es la imagen de nuestra condición moral como adultos. Una civilización luchando contra la infancia, es un planeta que ha perdido la esperanza. La infancia en la indigencia, vejada, golpeada, inmolada es un crimen contra la humanidad, que pronto será juzgada por sus propios descendientes.
Según la Organización Mundial de la Salud, cerca de 50 millones de criaturas no están inscritas en ningún registro. Se evalúa en más 100 millones la cifra de abortos que, anualmente, se ejecutan en todo el mundo. Más de 120 millones de niños carecen de los alimentos básicos. 50 mil críos agonizan de hambre cada día. También, uno de cada cuatro niños, menores de 5 años, vivirá los efectos de la depauperación, anemias, minusvalías, deficiencias físicas y mentales.
Por otra parte, las cifras de mortalidad infantil cambian según las zonas: en los países opulentos fallecerán 6 niños por cada mil nacidos vivos. En Hispanoamérica, 31 por cada mil, en Asia Meridional 89 por cada mil y en África subsahariana la cifra alcanza hasta el 169 por mil.
Por otra parte, casi son 25 millones los menores de 18 años que residen en granjas de refugiados. Son recogidos de las conflagraciones bélicas. Se estima en unos 16 millones los chavales huérfanos; en una cuarta parte por el virus de la muerte, el sida. El 80% de ellos habitan en África.
Se estima también en 400 millones los chavales esclavos, bajo el despotismo de la explotación. Entre ellos se cuentan los críos encadenados a trabajos forzados, por la indigencia y la carencia en la que sobreviven sus parentelas. Trabajan en la agricultura, en yacimientos, en minas, en industrias y como esclavos de terratenientes. Son ya 500.000 los niños soldado. Cerca de dos millones de adolescentes son trajinados como objetos sexuales.
Por último, en el informe que la FAO edita anualmente bajo el título: "El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo", se asevera que "comer es un derecho fundamental de la Humanidad. El hambre es una afrenta a la dignidad humana".
"La desnudez del mundo indigente podría ser vestida con los adornos sobrantes de los vanidosos", afirmó Goldsmith. Por otra parte, Sócrates decía que, "únicamente llamaba acaudalados a los que sabían hacer buen uso de sus riquezas; los demás ricos, aunque disfrutaran de bienes incalculables, quedaban proscritos entre el número de los indigentes".
Clemente Ferrer
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