Gracias a una canal de TV danés, a la querella del partido Alternativa Española y a la lucha del movimiento e.cristians, por primera vez, en 22 años de violencia antiabortista en España, un juez ha puesto una pica en Flandes para luchar contra ese fraude de ley que es la ley del aborto, aquélla que inaugurara con solemnidad criminal  Felipe González, que no tocara, sino ampliara de hecho, con criminal parsimonia el señor Aznar, y que, a su vez, propiciara la segunda y criminal campaña zapatista: la matanza de embriones. Una periodista danesa embarazada de ocho meses se plantó en una de las clínicas del doctor Morín, emporio Ginemedex, en Barcelona, y este, en la impunidad en la que creía actuar, le pidió 4.000 euros por matar a su hijo, infringiendo así una ley, ya de suyo asesina, como la infringen todos los días en todos los mataderos de abortos (añadan el "presuntamente" a todo el párrafo anterior para evitar querellas, porque uno de los hábitos de estos matarifes consiste en querellarse contra todo aquel que se atreva a defender la vida).

Como digo, gracias a que e.cristians denunció al juez las imágenes grabadas por los daneses, se ha logrado reducir, aunque sea por un tiempo, la matanza. Porque en España se aborta hasta unas horas antes de nacer, siempre que alguien se invente que existe un peligro para la salud psíquica de la madre. Y así se perpetra un fraude de ley que ha levado al asesinato -presunto, pero culminado- de 100.000 inocentes por año. España: paraíso del aborto mundial.

Por cierto, un proceso muy similar al de Alterntiva Española se inició en Madrid, cuando los provida Javier Paredes y Jesús Poveda denunciaron,ante la Fiscalía General del Estado, al mayor abortódromo español, la Clínica Dator, ubicada en la madrileña calle Hermanos Gárate, por lo mismo: el presuntamente permanente coladero-fraude de ley. Casualmente, casi presuntamente, el fiscal abrió una investigación y comprobó que no había la menor apariencia de delito en el asunto. ¿Saben quién era el aplicado fiscal, hoy desenmascarado? Mariano Fernández Bermejo, actual ministro de justicia. Un presunto -sólo presunto-, amparador de presuntos asesinos, los propietarios, no presuntos, de los mataderos abortistas.

Por cierto, el aborto es homicidio, pero no menos hipocresía. En la mañana del jueves, horas después de las detenciones, una empleada, naturalmente no identificada, de una clínica abortista (si está tan bien lo que hacen, ¿por qué se esconden?), nos explicaba que se sentían muy solas y que ya era hora de que la sanidad pública se implicara en el ajo. Pues mire usted, señora, la sanidad pública hace pocos abortos por la sencilla razón de que hasta el médico más amargado,  el más entusiasta partidario del aborto libre y gratuito, no le apetece ser quien acerque el aspirador rompe huesos o la solución salina allá por donde está usted pensando. Que una cosa es pregonar el aborto libre y otra ejecutarlo. Además, no sea usted cínica: a 4.000 euros unidad, ¿no es mejor carecer de competencia? Seamos liberales.

Eulogio López

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