A cada uno lo suyo : Miguel Blesa ha hecho mucho más grande a Caja Madrid, la ha dotado de un grupo industrial y ha mantenido a la caja capitalina por delante, en rentabilidad, frente a La Caixa. El problema de Blesa no es de gestión, sino institucional. Fue su amigo José María Aznar quien le aupó hasta el sillón presidencial, y el PP madrileño quien le ha mantenido. Lo malo es que, según la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, Blesa sólo es fiel a Aznar, y Aznar abandonó la política activa en 2004.
La gota que ha colmado el vaso es el deseo de Aguirre de que Caja Madrid, propietaria del 9,9% de Endesa, sea más flexible ante las demandas de la Comunidad en el caos Endesa. La familia Entrecanales ha semiconvencido a la presidenta madrileña de la s bondades de que Acciona se haga con el control de la eléctrica, especialmente de que se mantenga la sede corporativa, más importante que la social, en Madrid, en lugar de entregarla a los alemanes. Sin embargo, Caja Madrid, al igual que Manuel Pizarro, ya han decidido hace tiempo que su apuesta es Wulf Bernotat.
El enfado de la presidenta ha disparado todas las ambiciones dormidas. Especialmente, la del clan familiar que coordina el poderoso jefe de Gabinete de Aguirre, Regino García-Badell. Se da la circunstancia de que Badell es primo de Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la Cámara de Comercio de Madrid y de la patronal madrileña CEIM, además e propietario de Marsans. Es el empresario de moda, el patrón de Aguirre, quien no dudó en buscarle como sustituto de Fernando Fernández-Tapias en la Cámara de Comercio madrileña, más que nada para librarse de un amigo de su correligionario, y adversario, Gallardón.
Gerardo no sólo es consejero de Caja Madrid, sino miembro de la Comisión Ejecutiva. Tiene, por tanto, mucho más experiencia en la entidad que, por ejemplo, José Manuel Fernández Norniella, que no está en la batalla. Pero es que, además, el clan Regino no termina ahí, dado que además de primo de Díaz es cuñado de otro financiero de postín, Juan Delibes, director general de Banesto, que ya ha encontrado su techo en la entidad que preside Ana Patricia Botín, que apenas cuneta con él. Alicia Delibes es la esposa de Regino, el hombre que más nombres propone a Esperanza tanto en el aspecto económico como en los medios informativos públicos. Desde luego, Delibes sería un buen complemento para Díaz Ferrán, cuya experiencia en el sector financiero es nula.
Sí, también está preparado el vicepresidente de la entidad, Estanislao Rodríguez Ponga, ex secretario de Estado de Hacienda con Rodrigo Rato. En este caso hay que hacer una precisión: Ponga es el sucesor natural del propio Blesa, cuyo plan consistía en renovar en 2009 y retirarse en 2015.
Y como se ha abierto la veda no podemos olvidarnos de otro consejero de Caja Madrid (y de Endesa), como es Alberto Recarte. El presidente de Libertad Digital TV ha sido postulado, naturalmente, por el dúo Federico Jiménez y Pedro J. Ramírez. Lo malo es que Recarte ha sido otro de los numantinos de Manuel Pizarro en Endesa, otro de los partidarios de antes un alemán que un catalán.
Por cierto, al vicepresidente de la Comunidad, Ignacio González, a quien se le atribuyen todas las misiones delicadas, está celoso de don Regino, y también presenta, ya metidos en harina, su propio candidato, el intermediario financiero Carlos Fernández-Rubíes de Lillo. Bueno, algo más que intermediario: su padre fue director general de Internacional en el antiguo Banco Exterior y, de casta le viene al galgo, tras convertirse en técnico comercial del Estado, fue subdirector general del Tesoro y Política Financiera con Manuel Conthe, hoy presidente de la CNMV, y ahora es socio director de la sociedad de valores Capital Markets.
Y a todo esto, Aguirre pide a sus huestes que se tranquilicen, No quiere movimiento alguno hasta después de las elecciones autonómicas del mes de mayo. Luego ya veremos. También podría ser que Blesa cambiara de opinión y decidiera ser más flexible cerca de Endesa. No es una cuestión de huevo, sino de fuero: más que Endesa, lo que le interesa a doña Esperanza es que Blesa no le ningunee.