No sé si se han dado cuenta, pero de un tiempo a esta parte, cada día se escucha más el nombre de Alberto Ruiz Gallardón. La última vez, el Domingo de Resurrección para reafirmar su fidelidad a Rajoy como el candidato ideal para las elecciones perdidas y para las siguientes. O sea, el ideal para recorrer la travesía del desierto, mientras Gallardón prosigue con su gestión municipal fortalecida por la mayoría absoluta obtenida a espaldas de su partido.

Y como Gallardón no tiene casi ambiciones, hoy lunes 12 vuelve a aparecer para proponer un sistema de financiación "especial" para Madrid y Barcelona. Argumenta que existe demanda ciudadana en ese sentido. No se trata de una ley de capitalidad. O, al menos, no estrictamente desde el momento que se incluye a Barcelona en el "pack". Y es que gobernando el PSOE el Ejecutivo nacional, la autonomía catalana y el ayuntamiento de Barcelona, será difícil que Joan Clos no aproveche la coyuntura. Y de rondón, Gallardón, que arañará unos euritos a su amiga Espe, con la que mantiene tan buenas relaciones. No hay nada como un partido unido, compacto y centrado en un proyecto común.