A mediados del mes de febrero supe que el VIB, Instituto de Biotecnología de Gante (Bélgica) lleva desde hace tiempo tratando de plantar un ensayo de álamos modificados genéticamente para tener una diferente composición de la madera, más apta para la fabricación de biocarburantes y de pasta de papel.
Sin embargo, el Gobierno Federal de Bélgica ha dado continuamente largas impidiendo de facto la plantación de este ensayo por razones políticas, a pesar de las opiniones científicas favorables y el visto bueno del Gobierno Flamenco.
Finalmente los investigadores belgas podrían plantar el ensayo debido a que el Gobierno de Holanda ha emitido una opinión favorable a que se siembre en su territorio, en un terreno cercano a la frontera con Bélgica, a unos 100 Km. de Gante.
Los álamos transgénicos son deficientes en la proteína cinnamoyl-CoA reductasa que hace que la madera tenga menos lignina, lo que hace más fácil su descomposición.
No deja de ser chocante las contradicciones que crea el conflicto entre la ciencia y la política de las diferentes circunscripciones territoriales de la UE (Unió Europea) en el caso de los OMG (Organismos Modificados Genéticamente). Por motivos exclusivamente políticos, en algunos Estados Miembros se permiten ensayos y cultivos que en otros no, e incluso algunas regiones se declaran libres de OMG, mientras otras los fomentan apoyando la investigación e implantación de las empresas biotecnológicas en su territorio. Por creencias medioambientalistas infundadas se prohíben aplicando incorrectamente el principio de precaución. ¿No es eso un claro caso de fundamentalismos? ¿No son fundamentalistas aquellos que contra la razón quieren imponer criterios particulares?
Domingo Martínez Madrid
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