Mientras el grupo Acciona pugna por hacerse con el control de FCC, el todavía primer constructor de España, Florentino Pérez, presidente de ACS-Dragados, ultima el proyecto para hacerse con todos los resortes de poder en ACS. Puede decirse que Florentino sólo delega en dos personas. Por un lado, en su amigo, y compañero de estudios y presidente de Dragados, Antonio García Ferrer, que opera como vicepresidente ejecutivo. A su vera, tiene al duro entre los duros, Ángel García Altozano, que, más que del negocio, se ocupa de los aspectos corporativos, al frente de la llamada Dirección General de Servicios Corporativos.
Pero, no se crean, don Florentino no se fía de ninguno de los dos. Su labor como presidente del Real Madrid no le permite ocuparse del día a día en la constructora, pero nunca deja de acudir al Comité de Dirección que se celebran los lunes. Además, para controlar más de cerca a sus directivos, Pérez ha simplificado al máximo la cúpula. Hoy, la tercera constructora europea se apoya en tres patas. Construcción lo lleva Marcelino Fernández, toda una vida al lado de don Florentino; la división industrial es cosa de Ignacio Pérez, hermano de Florentino. A Dragados sólo se le ha permitido controlar Servicios y Concesiones, que lidera Emetrio Ullastres, la única persona que no está ligado al presidente del Real Madrid desde tiempo inmemorial.
En otras palabras, si Florentino consigue renovar como presidente del Real Madrid (y a pesar de la derrota con el Barça todo hace pensar que así será), tenemos presidente de ACS-Dragados para rato (no para don Rodrigo Rato, sino para Florentino Pérez).