Ya saben: cuando se dice que alguien tiene derecho a algo es que pretende que le paguen el susodicho 'derecho'. En la polémica surgida el martes, durante la reunión de los consejeros de Sanidad autonómicos con la ministra Ana Mato, no se hablaba de si los gays o las madres solteras tenían derecho la fecundación asistida. Lo que quiere la progresía no es sólo que puedan fecundarse batiendo células sexuales femeninas y masculinas en un vaso de cristal: lo que quieren es que tan carísimo procedimiento se lo financiemos los demás, es decir, la Sanidad pública.
El profundo intelectual, consejero de Sanidad de la Junta de Extremadura, Luis Alfonso Hernández Carrón (PP), y la intelectual profunda, consejera de Sanidad y Feminismo de la Junta de Andalucía, María Jesús Montero Cuadrado (PSOE), dijeron las mismas sublimes chorradas acerca de las prestaciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud: que a nadie hay que preguntarle por su opción sexual y que por tanto todos tienen derecho a la fecundación in vitro.
En plata: que todos debemos pagarle a lesbianas y madres solteras la maternidad, más bien poco responsable. Los dos próceres, el del PP y el del PSOE progresistas de izquierdas y de derechas, afirmaron lo mismo.
Y Ana Mato, con la tibieza marianista de siempre, asegura que la falta de varón no es un problema médico. Que es llevar la contra al contrario pero no en el terreno adecuado. Es decir, la cobardía marianista de siempre.
Pus mire usted, vamos a aclarar las consecuencias acerca de esta plaga llamada fecundación asistida, en concreto la FIV, considerada, hasta para algunos próvida, como una posibilidad procreativa, dado que su objetivo es que nazcan niños y no como lo que realmente es: un matadero de seres humanos. Todo ello bajo un principio que debe quedar muy claro: tener un hijo no es un derecho, incluso puede ser un deber, pero jamás un derecho.
¿Qué es la Fecundación in vitro La FIV es el sistema por el que se fabrican seres humanos. Ahora bien, los seres humanos se engendran, no se fabrican. En cuanto la producción de futuras víctimas de la sociedad de consumo se generaliza se difuminan las ideas de paternidad y maternidad. Los hijos ya no son fruto de la entrega entre hombre y mujer sino de las más rocambolescas sandeces y barbaridades. Por eso, la cosa ha degenerado en madres de alquiler, por eso hay fecundación con esperma del padre o de cualquiera, etc, etc, etc.
La FIV consiste en hormonar a la mujer con si fuera una vaca, pedir al varón que se masturbe, agitar el producto de ambos en un vasito y metérselo a la mujer como si fuera una yegua, tratada por un mamporrero. Todo muy romántico, son innumerables los poetas que han compuestos sus loas a este amor cristalino-vidrioso.
A continuación se fabrican un montón de embriones humanos, es decir, personas pequeñas. Pongamos 10. Se le introducen cinco y vamos a ver qué pasa. Imagínense que los cinco fueran viables: ¿Quiere usted tener quintillizos, señora Naturalmente que no. Mi sed de vitro-maternidad se sacia con uno. Hecho. Cuatro abortos selectivos, cuatro homicidios de seres con identidad genética propia, distinta de la del padre y distinta de la de la madre.
Los otros cinco se meten en la nevera (ver imagen), bajo la categoría de embriones sobrantes. Son los embriones de reserva, por si el experimento fracasa. Ya saben, para conseguir economías de escala, que es muy importante en tiempos de crisis. Esos son los famosos embriones –millones en todo el mundo- que una panda de científicos majaderos, a la caza de subvenciones públicas, emplean para experimentos científicos muy profundos que les convierten en venerables portadas de la prensa progre. Naturalmente, la utilización de embriones sobrantes ha terminado en la gran estafa científica del siglo XXI: no han curado ni un resfriado pero han provocado tumores. Eso sí, ellos siguen viviendo del cuento de la investigación científica.
Todo esto es lo que negociaban los muy profundos consejeros de sanidad autonómicos con la muy profunda señora ministra, aunque a ellos los e le preocupaban eran otra cuestiones. Dos principalmente:
1.Que las lesbianas puedan acceder a la FIV, se supone que con esperma de algún masturbador a la búsqueda de 100 euros, a quien le importa un pito que hijo suyos, a quienes no conoce, anden sueltos por el mundo. Ya saben: los famosos hijos de mil padres.
Pues mire usted, no, yo no quiero pagar por satisfacer el capricho de una tortillera y financiar a un experto en 'pajas'.
2.Madres solteras, violentando el derecho –este si es un derecho- del niño a tener madre y padre. Como dijera el socialista Rodríguez Ibarra: yo busco parejas para los niños, no niños para las parejas. Recuerden: la homosexualidad no es una opción sexual, sino anal.
3.Nadie tiene derecho a tener hijos de cristal. Si no pueden tenerlo de forma natural que adopten. Desde el punto de vista moral -esto es, desde cualquier punto de vista-, es la única postura aceptable.
Pero, en cualquier caso, la única FIV admisible en un Estado de Derecho sería aquella en la que no se matase a ningún embrión, ni por abortos selectivos ni por abortos sobrantes. Porque aquí los únicos que sobran son los miserables científicos utilizadores de embriones sobrantes. Hasta los alemanes, que no son precisamente un ejemplo de moral para nadie, consideran que no se debe implantar más embriones de aquellos que los padres están dispuestos a criar.
Y en cualquier caso, yo no tengo por qué pagar con mis impuestos esta aberración.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com