¿Por qué Endesa falla más que una escopeta de feria? ¿El ajuste es compatible con el crecimiento? ¿La Sharia es compatible con la democracia? ¿Erdogan I, califa del Islam?
Es la historia de la semana, la doble historia: aún colea la lucha lingüística por el idioma español en Cataluña y más que colea la sentencia de la Audiencia Nacional que condena a Arnaldo Otegi y a Díez Usabiaga a 10 años de cárcel por intentar recomponer un grupo político proetarra.
Conste que hablamos de dos nacionalismos bien distintos. El problema del nacionalismo es que no mira al Estado de Derecho sino al tamaño del Estado y eso alarga el debate hacia la posteridad, sencillamente porque no tiene solución en ningún caso. Ahora bien, los vascos son soberbios, los catalanes son sentimentales.
Escuchar a Patxi López decir que los vascos tienen razón al sentirse desilusionados por la sentencia no es más que una muestra de la cobardía que siempre acompaña a la soberbia: es el síndrome de Estocolmo, que trata de encontrar virtudes al verdugo y defectos a la víctima.
Escuchar a Artur Mas o a Jordi Pujol aquello de con esta sentencia crecerá el desafecto en Cataluña hacia España supone una desgracia bien distinta, aunque desgracia a la postre. Me recuerda a esas esposas que constantemente repiten a su marido lo de "O haces esto o me marcho" (habitualmente no se marchan sino que expulsan al marido, por lo general bajo la acusación de violencia machista), con lo que fuerzan que el esposo responda: "Pues sí, márchate".
Ahora bien, tanto la soberbia vasca como el sentimentalismo catalán, como todo nacionalismo, se topan con el mismo problema. No se entiende lo que es el patriotismo, que es lo más opuesto al nacionalismo. Lo explicaba Ramiro de Maeztu, el genio olvidado: "La patria se hace con gentes y con tierra, pero la hace el espíritu y con elementos también espirituales. España la crea Recaredo al adoptar la religión del pueblo. La hispanidad es el Imperio que se funda en la esperanza de que se puedan salvar como nosotros los habitantes de las tierras desconocidas. Los elementos ónticos, tierra y raza, no son sino prehistoria".
Y añade don Ramiro: "el ser de la patria se funda en el bien y en el bien se sostiene, no en ninguna clase de sagrado egoísmo nacional. Los actos generosos, la contribución de cada pueblo al universal crecimiento del espíritu, es lo que le vale el fervor de sus hijos".
Y si el español de cualquier lugar olvida ese principio de universalidad y comunidad de valores, entonces será un nacionalista español, no un patriota español. Lo mismo ocurre con vascos y catalanes.
En otras palabras, España, Euskadi, Cataluña, es hija del cristianismo, como todo Occidente. En concreto, todas las tierras de Iberia y de Iberoamérica, son hijas del catolicismo, que significa universalidad en la filiación y redención divinas. No es, por tanto, mera casualidad, que cuanto más se descristianiza un país o una región, el patriotismo, que exige libertad, igualdad y solidaridad, se convierte en nacionalismo reivindicativo de las diferencias y encerrado en sí mismo, en un egoísmo estéril y permanentemente conflictivo.
No es casualidad que la práctica religiosa y el pensamiento cristiano en Euskadi y Cataluña hayan caído en picado aunque, lo sé, tampoco el conjunto de España puede presumir.
El patriotismo dejo de creer en Dios y entonces se convirtió en nacionalismo irresoluble.
¿Por qué Endesa falla más que una escopeta de feria?
Los entrenamientos para el Gran Premio de Aragón del Mundial de Motociclismo tuvieron que ser suspendidos por una grave avería eléctrica. Al otro lado del Océano –mañana del viernes-, otra avería grave interrumpía la vida en buena parte del gran Buenos Aires. En este caso, se trataba de un parón anunciado pero paralizante, en plena jornada laboral. Parones a los que se ve obligado porque peligra el suministro y porque se multiplican las averías inesperadas y las sanciones administrativas.
Ambas zonas afectadas tienen algo en común: su suministrador es Endesa, que en toda su geografía de negocio está fallando más que una escopeta de feria.
¿Cuál es la razón? Pues que la empresa presidida por Borja Prado no está invirtiendo en mantenimiento lo que se precisa. Desde que los italianos de ENEL se hicieron con una compañía solvente y rentable -gracias al apoyo del Gobierno Zapatero y a José Manuel Entrecanales, el intermediario forrado de la operación- les cuesta hasta cambiar los fusibles. Es lógico: ENEL es una empresa super-endeudada y no muy bien gestionada, que por algo es pública. La presión para proporcionar un buen servicio la tiene en Italia, porque a una compañía se la presiona allá donde se reúne su Consejo de Administración.
La justicia social no depende de las multinacionales. Es más, a doña Justicia, de apellido Social, la gran empresa le produce tanta alergia como ese otro monstruo empresarial llamado Estado- sino de los pequeños propietarios y de la pequeña empresa. Habrá justicia social cuando haya más propietarios y menos proletarios. Ahora bien, en un mundo liberalizado –liberalizado en todo menos en el trabajo- las grandes empresas resultan estratégicas porque se convierten en locomotoras de crecimiento que proporcionan carga de trabajo a medianas y pequeñas.
Por eso, es tan importante el denostado nacionalismo económico. Por eso alemanes, franceses, británicos, italianos u holandeses se cuidan muy mucho de mantener la titularidad de sus grandes compañías. Sólo España, que no compite contra otros sino contra sí misma, permite que sus empresas estratégicas sean tomadas por foráneos o, lo que es peor, por fondos de capital-riesgo dedicados a trocear compañías para obtener ganancia rápida.
¿El ajuste es compatible con el crecimiento? Europa y Estados Unidos creen que no
El secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, se fue a Polonia, donde se celebraba la Cumbre europea. Por cierto, la Presidencia y el gobierno polacos perdieron el impulso católico que les animaba y se rindieron a la oligarquía europea, el genial país de centroeuropea ha dejado de contar. Debieran saber que no es propio de la oligarquía la clemencia con el derrotado.
La verdad es que los norteamericanos no están para dar lecciones a nadie pues son los responsables primeros del desastre económico actual, llamado economía financista. Ellos aportaron la especulación privada y Europa la especulación pública, dos burbujas que han corroído la economía del mundo libre.
El caso es que Geithner se plantó en Polonia armado de esa encantadora superficialidad de los gringos, aconsejó a los europeos que se dejaran de ajustes y lanzaran medidas de estímulo económico. Y tiene razón, porque tanto hablar de déficit público nos hemos olvidado de que el principal objetivo de toda política económica consiste en crecer. Empezando por el final, les diré que los europeos le mandaron a freír espárragos.
Bien enviado. El amigo americano debería saber que el crecimiento del PIB no se consigue lanzando dinero al mercado, aumentando la puñetera burbuja. Eso lo único que estimula es la especulación bursátil. Lo que está deprimido en todo Occidente es el consumo: Pues bien, para estimular el consumo no hay que aumentar el dinero en circulación sino pagar mejores salarios y, para compensar, reducir los impuestos laborales y las cargas fiscales del emprendedor, al que crea su propio puesto de trabajo y algún otro ajeno. En definitiva, defender la pequeña propiedad y al pequeño propietario. O eso, o, como diría Hilaire Belloc, el Estado servil, donde los nuevos siervos trabajan para el Estado, para los mercados financieros y para las grandes empresas, que vienen a ser la misma cosa, independientemente de su titularidad pública o privada, que es secundaria. Es decir: son grandes, cuando lo fructífero es lo pequeño.
Por su parte, los europeos, obsesionados, sí, con el déficit fiscal, con los ajustes, no lograron ponerse de acuerdo sobre Grecia. La Unión pide a los griegos que se bajen los salarios, que pierdan sus empleos, que paguen más impuestos. ¿A cambio de qué? A cambio de nada. Si yo fuera griego, también estaría en la calle quemando banderas alemanas.
El verdadero ajuste es aquel que, en efecto, trata de reducir el papel del Estado, trata de reducir la deuda, pero a cambio ofrece algo: trabajo y salario digno. Lo decía un viejo amigo microempresario, es decir, libre, dueño de un pequeño taller artesano: salud, trabajo y que lo paguen. El ajuste sí es compatible con el crecimiento, mientras los políticos renuncien a su poder omnímodo y exijan apretarse el cinturón pero no donar los pantalones.
Por lo demás, la llamada crisis de la deuda europea es muy sencilla. Lo único que se precisa es refundar Europa volviendo a la fundación de Europa. Es decir, a que la clave de la Unión no sea la deuda soberana sino que el ente supranacional sea aquel donde los países ricos ofrezcan fondos a los pobres con su aportación a la caja común. Fondos, no capacidad de endeudamiento ni alivio de deuda… deuda ya gastada.
Ejemplo: el Ecofin ha terminado en Polonia en la mañana del sábado sin que se haya aprobado el nuevo paquete de ayuda a Grecia. Que no en ayudar ni en rescatar sino en sufragar las pérdidas a las que se arriesga el extorsionador que ha comprado bonos griegos. Vamos que no ayudan a Grecia, sino a los ricos inversores en bonos griegos.
Pues ni eso.
¿La Sharia es compatible con la democracia? Sarkozy y Cameron piensan que sí
¿Es necesario detener a Gadafi o detener la Sharia que se impone en la Libia 'liberada' por los aviones de la OTAN? Mejor será ambas cosas.
Cameron y Sarkozy se fueron a darse un baño de multitudes a Trípoli, a cambio de sus bombardeos. Pero ambos líderes –qué decepción- no hablaron en Libia contra la imposición de la ley islámica, sólo felicitaron a los fundamentalistas. Ni una palabra contra la imposición de la Sharia, incompatible con la democracia y, sobre todo, con la libertad religiosa.
Vamos, que el discurso más democrático lo ofreció el peligroso turco Erdogan quien tuvo el cinismo de referirse al necesario respeto a los derechos humanos durante su gira para convertirse en emperador del Islam, califa del siglo XXI.
Y mientras Europa se encarga de introducir el integrismo en Libia, Estados Unidos hace lo propio con Siria: ya han pedido a sus ciudadanos que abandonen el país, que es la prueba del nueve de que se prepara para atacar. Desde el aire, claro que, tras las fallidas aventuras en Afganistán e Irak es como ha decidido Occidente doblegar a sus enemigos. Bashar el Assad es un miserable pero ha permitido sobrevivir a los cristianos sirios. La alternativa es el fanatismo islámico, aún más peligroso. Nuevamente Occidente se dispone a cambiar un tirano por una tiranía. Y no olvidemos que los tiranos de hoy se disfrazan de demócratas, manipulan la democracia para mantenerse en el poder: los fundamentalistas islámicos simplemente aplican la Sharia… incompatible con la democracia desde sus prolegómenos.
¿Erdogan I, califa de Ankara?
Sigamos con Libia que da para muchas historias: "No hay régimen que pueda ir contra la voluntad del pueblo", aseguró Erdogan en Trípoli. El nuevo califa de Ankara pretende resucitar el imperio turco, el mismo que intentó masacrar al cristianismo, el del genocidio armenio… y el que hoy alienta la represión contra cristianos y kurdos en su territorio.
Ahora le ha dado contra Israel por la sencilla razón de que Israel mantiene la llama de Occidente en Oriente medio. Por eso ha lanzado la operación de reconocimiento del Estado palestino, algo que sin duda todos deseamos… siempre que los palestinos reconozcan el derecho de los judíos a existir. Sólo eso: a existir.
"A bodas me convidan" pensó el líder palestino Mahmoud Abbas, quien asegura que Palestina es el único país en el que no puede ondear la bandera de Naciones Unidas, cosa que, al parecer, le hace mucha ilusión.
Occidente, con España, si no a la cabeza sí en la cabeza de la manifestación, quiere aceptar el Estado palestino, Hamas incluido, sin que éste acepte a la democracia israelí ni, ojo, a los cristianos de Tierra santa, presionados por los islámicos –y también en parte por los judíos-, a emigrar o a desaparecer.
¿Por qué dice Mammud Abbas como si se trata de un Mourinho cualquiera que somos el único país donde no ondea la bandera de la ONU cuando sus padres y mentores se negaron a aceptar la declaración de la ONU de 1948, que preveía la formación de dos Estados, Israel y Palestina? Es muy sencillo, que acepten a Israel y nadie, ni tan siquiera el gobierno hebreo, pondrá pegas a la creación de un Estado palestino de pleno derecho. Eso sí, independiente, no bajo la égida de Erdogan I, el nuevo califa de Ankara.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com