El PP ha optado por el perfil bajo en los conflictos derivados del nacionalismo catalán. Ni una palabra sobre la polémica en torno a las selecciones deportivas autonómicas. Ni una sola palabra tampoco sobre la polémica de las banderas. Silencio en torno al debate lingüístico. Una estrategia muy distinta a la realizada en el País Vasco donde el PP ha criticado abiertamente la ausencia de la enseña española y María San Gil se autocalifica como españolista.

La estrategia del PP catalán es claramente distinta. Da la impresión de que tratan de competir en catalanismo con el nacionalismo catalán. A eso hay que sumar la cercanía de Josep Piqué a Alberto Ruiz-Gallardon y al ala "progre" del Partido. El PP se sitúa en el vector catalanista y progre, abandonando su tradicional feudo electoral conservador y españolista. La estrategia funciona porque no existe alternativa. Pero no se puede dar patadas a los mismos electores de manera permanente.