Sr. Director:

Leo el artículo de Alexander Armas sobre el aborto: "la mano de la esperanza". Me ha parecido muy interesante. Es terrible, el aborto es el mayor holocausto de la Historia de la Humanidad, la mayor contradicción del socialismo, la hipocresía del liberalismo, de las democracias occidentales, una desvergüenza total, a la que debemos oponernos los cristianos y todas las personas rectas con la fuerza entera de nuestra voluntad. Votar a partidos abortistas es manchase de sangre inocente, creo que es acarrear sobre nosotros la ira divina.

Expresa Alexander que "España y la República Dominicana reabren el debate", que "el aborto es una lacra que se extiende por Hispanoamérica".

Expresa en el Diario de América:

"España y la República Dominicana afrontan una ofensiva a favor del aborto propiciada por la izquierda. Aprovechando los próximos procesos electorales, en marzo y mayo respectivamente, la agenda basada en la ética social suma puntos. Pero el sentido de este protagonismo es favorable a esa modalidad de asesinato.

Que sea el Gobierno socialista español quien abandere la protección a las muertes de seres vivos en el mismo vientre de sus madres no es casual. Su objetivo político es romper los consensos sociales en temas de moral para avanzar en la toma del poder subidos en el carro de la demagogia más tétrica. ¿O no resulta demagógico que se justifique muertes de niños -pues eso son los fetos, niños- tras el escudo de las muertes de las madres que consienten en su muerte? En los abortos que legal o ilegalmente se practican, algunas madres pierden, sí, la vida. Pero los niños mueren asesinados siempre. El Hispanoamérica muere el 0,4% de las madres que matan al feto. El porcentaje en España es menor.

Que sea España quien rompa el fuego es especialmente perverso. Los medios y la bancada dominicana que favorece la legalización de esas prácticas fija a España como paradigma. Y es que el Ministro de Sanidad español, Bernat Soria, sigue aportando combustible al debate aunque su Partido Socialista lo excluya del centro de sus propuestas electorales. Antes de abrir el melón se calienta al electorado radical español.

La situación en la República Dominicana es matizadamente diferente. El gobernante Partido de la Liberación Dominicana rehúye el debate a sabiendas de su impopularidad. Pero permite que algunos grupos de presión aireen posturas favorables. Lo que cambia respecto de España es la postura de la oposición. La dominicana pide valientemente que las cartas queden cara arriba antes de mayo. Postura inteligente pues con ello se fuerza el compromiso de todos los candidatos a la presidencia en juego.

Por contra, en España, el opositor Partido Popular quiere, en palabras de su dirigente, Mariano Rajoy, mantener el actual statu quo. Consiste éste en la aceptación de la práctica legal antes de la 22ª semana cuando se den supuestos que afectan a la salud mental o física de la madre, violación o malformación fetal. En la práctica la hipocresía permite saltarse incluso esos supuestos. Pero los "populares" españoles prefieren la táctica del avestruz.

¿Qué posiciones sería la mejor en estos debates? Aquella que sea la más moral en la seguridad de que eso siempre será la más conveniente políticamente. El Partido Reformista Socialcristiano dominicano confronta con su gobierno y a buen seguro desgastará su práctica de lanzar el señuelo y ladear el debate. No cabe duda de que esta cuestión se convertirá en central en los próximos años en el mundo Hispanoamericano. Y si la ofensiva es pro-abortista, la contraofensiva de los políticos decentes ha de ser frontal. ¿Qué se gana cruzando los dedos para que no se hable de ello? Permitir que la ignominia avance.

Que se puede ganar el debate lo demuestran los problemas que dentro del Partido Demócrata norteamericano tienen al respecto. Y es que los latinos, presumibles clientes de Hillary Clinton padecen una fuerte división donde el rechazo a la postura pro-abortista de su candidata crea resistencias importantes.

La agenda moral no es baladí. Es en estos aspectos que se engloban en el apartado amplio de la cultura donde se decidirá la decadencia o la vitalidad de las sociedades occidentales".

La verdad: invita a la reflexión. A mí se me parte el alma cuando miro a un bebé y pienso en el aborto, en aquellos niños despedazados a los que se les ha impedido nacer. Que Dios nos perdone.

María L. Ribas

ribalomar@gmail.com