El contexto del amor humano el Santo Padre considera que "la mera fijación en el preservativo significa una banalización de la sexualidad y tal banalización es precisamente el origen peligroso de que tantas personas no encuentren ya en la sexualidad la expresión del amor, sino sólo una suerte de droga que se administran a sí mismas".
Benedicto XVI reconoce que podrá haber casos fundados de carácter aislado, por ejemplo en personas que se prostituyen, que utilicen un preservativo y eso puede ser "un primer paso de moralización, un primer tramo de responsabilidad a fin de desarrollar de nuevo una consciencia de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere".
El preservativo puede ser en algunos casos un paso hacia esa necesaria humanización de la sexualidad. Pero para nada está hablando el Papa de que la Iglesia lo admita como remedio habitual contra el sida y menos como anticonceptivo. Tergiversan sus palabras quienes afirman que cambia la consideración moral del preservativo, dando por supuesto que puede utilizarse en las relaciones entre novios o en el matrimonio.
Enric Barrull Casals