Se han cumplido 600 años del Compromiso de Caspe.
En junio de 1412, 9 compromisarios de Aragón, Cataluña y Valencia designaron Rey de Aragón al infante de Castilla Fernando de Trastámara, frente al otro candidato, el Conde de Urgel.
Esta designación fue clave -sin menoscabo de las lenguas habladas por el pueblo en otros territorios- para la unidad idiomática de España, y su exportación al nuevo mundo
80 años después.
Nací en 1940 en el seno de una familia valenciana, y aprendí a hablar en esta lengua, con la que siempre me he expresado en mi entorno familiar, así como el castellano fuera de él.
Estoy orgullosa de mi españolidad valenciana, así como de los escritores valencianos del siglo XV, siglo de oro valenciano en el arte y en las letras. Pero considero que la lengua de todos los españoles, en la que debemos entendernos sin "pinganillos", es el castellano.
Me parece bien la promoción cultural de las lenguas minoritarias, pero creo que es rizar el rizo lo de las inmersiones lingüísticas -incluida la valenciana-, tanto por las cuantiosas inversiones que precisan, como por poner a estos estudiantes en inferioridad de condiciones frente al resto al destinar la mitad o un tercio de su horario lectivo
al conocimiento de su lengua particular.
Hoy tenemos en España tantos o más reinos que en la edad media, y me parece imprescindible hacer de alguna forma en el siglo XXI un "Compromiso de Caspe". No me resisto a recordar aquí el pasaje bíblico de la Torre de Babel…
Amparo Tos Boix