El Congreso Mundial de la Energía, que se ha celebrado en la ciudad australiana de Sydney, ha servido para que los europeos comprueben cómo a norteamericanos y asiáticos el Protocolo de Kyoto les importa una higa. Especialmente, a China y la India, dos países que se están convirtiendo en grandes productores de gases de efecto invernadero.

 

Los representantes europeos empiezan a considerar que su apuesta por el gas puede resultar tan ecológica como onerosa. En el caso español, el camino está bloqueado con doble cerrojo, dado que la opción nuclear ni se contempla.