Sr. Director:
Como argentino y asiduo lector de su publicación no puedo menos que reconocer en su artículo la deplorable situación de mi país. Un par de comentarios o notas de color.
Si un empresario se manifiesta contrario al gobierno, inmediatamente recibirá una visita de la AFIP (organismo recaudador de impuestos) que le pedirá explicaciones detalladas de los ingresos y gastos de los últimos cinco o más años. Conclusión, aún las empresas con suficiente poder de mercado prefieren callar antes de manifestarse públicamente. Y esto es en todos los aspectos, llámese inflación, crisis energética, falta de seguridad jurídica, y una larga listas de etc. La prensa ha informado que el gobierno ha presionado a empresas para que dejaran de contratar a consultores que se habían manifestado críticos del gobierno.
El periodismo independiente está muy limitado: el gobierno asigna discrecionalmente la publicidad oficial y presiona a periodistas y empresas. Es imposible debatir. El presidente no otorga conferencias de prensa, el jefe de gabinete no responde preguntas en el Congreso y los principales ministros no contestan preguntas que consideran molestas. La candidata oficial solo da conferencias de prensa en el exterior, a las cuales los periodistas argentinos no tienen acceso.
No existe el control parlamentario, ni de hecho, al contar el oficialismo con una amplia mayoría ni de derecho, al haber delegado el Congreso amplios poderes en el jefe de Gabinete. El presupuesto subestima sistemáticamente los ingresos fiscales, y cualquier excedente es utilizado discrecionalmente por el Ejecutivo.
No existe debate aún puertas adentro: en toda la administración del actual presidente no se han realizado reuniones de gabinete, el presidente decide tete a tete con cada ministro de área. Los rumores es que el maltrato hacia sus subordinados es constante...
Supongo que todo esto ya lo sabe de su visita a Buenos Aires. Más allá de la situación política y económica, espero que haya disfrutado de mi país.
Juan Neyra
neyrajf@yahoo.com