Probablemente, el candidato republicano que se enfrente a Barack Obama sea Mitt Rommey. E incluso la resistencia de Rick Santorum a abandonar la lucha, puede beneficiar a Barack Obama, convertido hoy en el portaestandarte del Nuevo Orden Mundial (NOM), así como de la chulería mundial, que no deja de ser otra plaga que asola a la humanidad.

Ahora bien, Santorum está encontrando unos apoyos que nadie esperaría en la moralmente decrépita Europa. Es un tipo que cae simpático por coherente: no dice lo que le conviene sino aquello que considera que es justo.

Leí un artículo a un afamado articulista de Nueva York (es decir, de la ciudad) que Santorum no triunfaría porque condenaba los anticonceptivos. El sesudo analista político del New York Times -que son algo peor que los analistas financieros- aconsejaba a Santorum que abandonara una posición que le condenaba al ostracismo.

Entraba así el hombre de la ciudad en el vicio argumental más habitual del siglo XXI: haz esto, no por justo, sino por conveniente.

Claro que a Santorum eso no parece importarle demasiado. Está dispuesto a perder la carrera a la Casa Blanca pero no la carrera de la coherencia. Por eso cae tan simpático. Por eso tiene más seguidores que cómplices, lo contrario a lo que ocurre con Obama o con los políticos europeos.

Eulogio López

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