El Gobierno también quiere relevar a Fidalgo
Nadie es imprescindible, asegura Joan Rosell, el presidente de la patronal catalana, en la propuesta de reforma que ha enviado a la patronal CEOE el pasado jueves 12, en vísperas de comienzo la campaña electoral, en la que existen dos candidatos: él mismo y José María Cuevas. El que no es imprescindible es, claro está, Cuevas. La verdad es que si Cuevas lleva 2 años la frene de la CEOE Rosell lleva 11 a frente de Fomento, y que se sepa no ha planteado para la patronal catalana la limitación de mandatos que pretende para la española, pero esa no es la cuestión.
No se comprendería la actitud levantisca de Rosell sino fuera porque detrás del presidente de Fomento, contra lo que pueda pensarse, no está el nacionalismo catalán, sino el PSOE. Es el partido en el Gobierno quien considera que Cuevas es demasiado veterano para el diálogo social, que no traga con según qué cosas y que resulta demasiado viejo para ser controlable. Cuevas está en la peor de las situaciones para un Gobierno que quiere presionar: a estas alturas no tiene poco que perder, ergo, no es manipulable.
Por eso, Montilla, que se empeñó en situar al ex ministro socialistas Gómez Navarro, íntimo de Rosell, ha recuperado una idea que, curiosamente, procede del Gobierno Aznar: convertir al Consejo Superior de Cámaras en el sustituto de la patronal CEOE. En aquel entonces, el presidente del Consejo, José Manuel Fernández Norniella, se convirtió en vicepresidente de la CEOE y Cuevas en vicepresidente del Consejo Superior de Cámaras, pero el asunto no cuajó. A fin de cuentas, las cámaras prestan a los pequeños empresarios muchos más servicios que la patronal, pero al presidente de las cámaras le nombra el Gobierno, y las cámaras se alimentan de un impuesto, no de una cuota voluntaria. Si el Gobierno es de derechas, a los empresarios no les preocupa quién nombre a su representante, pero si es socialista prefieren hacerlo ellos.
En otras palabras, es Javier Gómez Navarro, ex ministro socialita que dirige el Consejo de Cámaras como si fuera una propiedad particular, dando carga de trabajos a amigos y familiares y sembrando unas estupendas relaciones internacionales, especialmente hispanoamericanas, quien azuza a su amigo Rosell para romper la CEOE. Y detrás de Navarro, a quien Montilla también consiguió la Presidencia de Aldeasa, pues el Gobierno Zapatero.
Pero no es el único objetivo. El Ejecutivo también quiere el relevo de José María Fidalgo en Comisiones Obreras. En lugar de la docilidad de Cándido Méndez, antes político que sindicalista, antes del PSOE que de la UGT, Fidalgo no está dispuesto a un acuerdo social que no sirva para nada, mientras que Méndez cedería más con tal de que Zapatero pueda hacerse la foto firmando un acuerdo social que comenzó casi con la legislatura y que, vencida esta, no ha dado los frutos apetecidos.
Además, Zapatero es un hombre que gobierna por imágenes, y una de sus imágenes malditas es que los sindicatos le monten una huelga general como hicieron con González. Méndez ni se lo plantea, pero Fidalgo sí, en el caso de que el Gobierno se atreva a flexibilizar el mercado de trabajo de forma unilateral.