La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) acaba de dictaminar que las grandes superficies hacen muy bien en vender la leche a pérdidas.

La Unión de Pequeños Agricultores había denunciado a Carrefour, Eroski, Alcampo, Mercadona, Gadisa y Froiz por vender a pérdidas.

Las grandes superficies consiguen con ello precios-gancho: la gente acude a las grandes superficies para comprar ese tipo de producto y, de paso, llenan el resto de la cesta. Con ello, las susodichas grandes empresas arruinan a las pequeñas explotaciones agrarias y a los pequeños comerciantes, que no pueden comprar a cinco y vender a cuatro.

Sí, ya sé que esto es bien sabido pero lo novedoso no es la venta a pérdidas sino que los garantes de la libre competencia apoyen al grande contra el pequeño y certifiquen la legalidad. Precisamente, Competencia. Porque la libre competencia no consiste en un equilibrio entre poderes sino en la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos. Pues bien, los chicos de Luis Berenguer se han lucido. Se supone que su tarea consiste en sentar doctrina y ya se ve la doctrina que están sembrando. Están fortaleciendo el oligopolio, más opuesto, si cabe, a la igualdad de oportunidades que el monopolio, porque éste, al menos, no engaña a nadie, mientras que el oligopolio da una impresión falsa de concurrencia y pluralismo.

En el fondo, y aunque parezca lo contrario, es el mismo criterio nefasto que la CNC aplica en sectores como la energía y las telecomunicaciones: toda su preocupación, al igual que la de los organismos regulatorios creados al efecto (Banco de España, Comisión Nacional de la Energía, Comisión Nacional de las Telecomunicaciones) consiste en repartir el mercado entre tres o cuatro operadores con cuotas similares. Pero la libre competencia poco tiene que ver con el reparto de cuotas entre un puñado de grandes compañías oligopolistas. La libre competencia consiste en dos cosas: la precitada igualdad de oportunidades entre todo tipo de agentes económicos, grandes y pequeños y conseguir las mejores condiciones para el cliente.

La decisión de Competencia resulta especialmente insultante en el caso de la leche, con productores quebrando en cascada y en el caso la producción agraria entera, esclavizada por la distribución, por las grandes superficies, que imponen su ley de precios hasta llevar a la ruina a todos salvo a las grandes explotaciones agrarias.

Enhorabuena, Berenguer.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com