Sorprendido me he quedado ante el Manifiesto de los Intelectuales, al parecer liderados por Vargas Llosa (en la imagen), contra la independencia catalana. Al final, resulta que los muy inteligentes intelectuales insisten en el argumento más tonto del Partido Popular: no se puede hace un referéndum independentista porque no es legal.
Miren ustedes, las leyes están para cambiarlas. Toda nueva ley aprobada por el Parlamento supone una ilegalización de la ley que modifica.
El problema es que los intelectuales siempre caen la tautología y los políticos son prisioneros de lo obvio. Les cuesta ir a la esencia de las cosas, tanto a unos como a otros... y en el caso de los intelectuales, el asunto parece más grave.
Yo soy contrario a la independencia de Cataluña porque, como español, no acepto que nadie me quite a mi Cataluña. Es más, soy tan catalán como el nacido en Barcelona. En un referéndum sobre la enajenación de Cataluña yo tengo tanto derecho a votar como el empadronado en Hospitalet.
Luego hay otras mil razones históricas, económicas y políticas para oponerse, también la del Papa Francisco: no estamos hablando de separar lo anexionado sino lo que siempre ha estado junto y ha crecido junto.
Y es que el relativismo nos ha llevado a deificar a la ley. No creemos en nada y por tanto tenemos que convertir al BOE en nuestra ley natural. Pero entonces viene el problema: si nada es verdad ni nada es mentira, entonces la verdad es lo que diga la mayoría (o mi propio capricho, pero dejemos eso). Lo malo es que la verdad es permanente y las mayorías varían con cada convocatoria electoral.
Yo no quiero que Cataluña se separe de España, pero no porque sea ilegal.
Eulogio López
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