Sr. Director:
La progresía socialista siempre ha sentido gran debilidad por las palabras "pufo", aquellas que parecen cuadrar el círculo con su sola mención y, sin embargo, no superan el más elemental de los análisis intelectuales (si me permiten el símil, son algo así como Prosinecki, aquel rubio futbolista croata llamado a ser la revolución del balompié moderno y cuyo mayor logro fue no lesionarse jugando cuatro partidos seguidos).
El período electoral es muy propicio para la "suelta" de este tipo de palabras. Y hoy día lo que más 'mola' es ser plural. Y ya está, ya tenemos la clave, el mundo ya tiene sentido. Para qué buscar más.
Ahora sólo queda comenzar a utilizarlo cual bálsamo de Fierabrás: que en Galicia se pacta con los promotores de Nunca Mais (sí, aquellos que empleaban el dinero de los españoles para montar algaradas), en Cataluña con los independentistas trasnochados, en Navarra con los herederos de Batasuna, todo ello es por la pluralidad; que por la mañana se defiende la reforma de la Constitución, por la noche se garantiza su defensa y por la noche ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario, es por la pluralidad; que los candidatos y defensores de la izquierda cultural (perdón, kultural) tienen más patrimonio del que su militancia parece recomendar, son cosas de la pluralidad.
Ahora bien, la pluralidad de la izquierda tiene visos de haber mutado hacia la pluralidad selectiva. Me explico. El pueblo español da su confianza a un partido que no es del "frente" y... ¿dónde está la pluralidad? (creo que Maruja Torres podría aclarárnoslo). Son innumerables los ejemplos de este síndrome tan particular... y si no que se lo pregunten a Cristina Alberdi.
Francisco Javier Villanueva
franvillanueva10@hotmail.com