Lo había anunciado el gobierno: acabaremos el año con inflación positiva. ¡Bingo! Tras subir ocho décimas en noviembre, la tasa interanual se sitúa en 0,3%. La razón fundamental es la subida de los carburantes. O sea, nada que ver con la mejora en la liberalización de los servicios. Mucho menos el nuevo modelo de crecimiento económico, según Corbacho.
Como asegura USO, la subida del IPC se produce al margen de las políticas del Gobierno. Con una excepción: la subida del impuesto sobre hidrocarburos. Una subida que -por cierto- no ha mejorado la recaudación, sino todo lo contrario: caídas del 4%. Por otra parte, el consumo interno sigue bajo mínimos. Las economías domésticas siguen sin liquidez y con falta de confianza necesaria para consumir, optando por el ahorro. Para USO, el problema real son los 4,5 millones de parados y propone subidas salariales del 2% para reactivar el consumo.
Uno de los efectos colaterales de esta subida es que los pensionistas no tendrán su 'paga extra' por desviación de inflación. Primera vez que ocurre. Y además, supone un mensaje para los sindicatos que reclaman subidas salariales por encima de la inflación. ¿Pero no habíamos quedado en que las subidas salariales deben de estar ligadas a la inflación y no a la productividad? Los sindicatos se apuntan al criterio que más calienta en cada caso.