Y eso que no se sabe ni el quién ni el cuándo, ni el cómo ni, sobre todo, el cuánto. Es lo mejor del acuerdo Sarkozy-Merkel, que, a la fuerza ahorcan, han renunciado a los rescates. Lo peor, la colonización económica de Europa por el eje Berlín-París, que pretende imponer la igualdad de los desiguales... y ZP lo apoya

Nadie conoce los pormenores del impuesto financiero que Merkel y Sarkozy han encargado a Van Rompuy (en la foto), convertido ahora en ministro de Economía de la Eurozona, aunque, eso sí, a las órdenes directas de la canciller alemana y del presidente francés, especialmente de la primera.

Nadie sabe si será un impuesto a la banca o a las transacciones financieras -lo primero es injusto, lo segundo muy necesario-, nadie sabe a qué tipo de transacciones financieras se refiere -las hay que sirven a la economía y las hay que sólo buscan la ganancia rápida, especulativa y suprimible- nadie sabe cuándo, aunque desde París y Berlín se filtra que para antes de finales de año y, sobre todo, nadie el cuánto, si hablamos de una tasa prohibitiva para los especuladores o meramente testimonial.

Pero, en cualquier caso, han paralizado los mercados financieros, a la espera de concreciones. Unas bolsas muy volátiles se han quedado estancadas, a la espera de otros impulsos, llegados desde Nueva York o del crecimiento económico de Occidente, ahora varado. En cualquier caso, queda claro que Merkel y Sarkozy se han olvidado de los rescates, porque ahora ya no se trata de favorecer a sus especuladores metidos en deuda griega, irlandesa o portuguesa sino de los compradores de títulos soberanos de España, Portugal, Bélgica o la misma Francia.

En cualquier caso, bienvenida sea esta Tasa Tobin, al menos en principio. Pero eso es una cosa y otra la creación de un macroministerio económico teledirigido desde Berlín y París. No habían pasado 24 horas tras la reunión en París de los dos líderes de la Unión Europea cuando ya se advertía -nueva filtración del eje dominante- que Van Rompuy deberá castigar con menos fondos europeos. Es decir, reduciendo las trasferencias de dinero, no de capacidad de endeudamiento, entre países ricos y pobres de la UE, columna vertebral de la Europa solidaria.

En resumen, Merkel y Sarkozy pretenden imponer la igualdad de los desiguales. Una Europa uniformizada en materia fiscal pero no de rentas. Para España, por ejemplo, la entrada en el euro ha servido para perder soberanía económica y ha homologado precios con Europa, pero no salarios -en España el salario medio es menos de la mitad que el holandés, o el británico y el salario mínimo menos de la mitad del francés). Encima, contamos con un desempleo que más que duplica la media europea.

Y lo más curioso: Zapatero aprueba el pacto Berlín-París, que tanto nos perjudica. Es la prueba de que el Gobierno Zapatero no sabe qué hacer para solucionar los problemas de la economía española y que, sencillamente, se hecha en manos de los europeos.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com