El Vaticano, Israel, Irán demasiadas coincidencias, aunque por distintos motivos, en afirmar que la ejecución de Sadam Husein ha tenido más de venganza que de justicia. Es cierto que la muerte del dictador iraquí no es más grave, de hecho lo es menos, que cada uno de los 91.600 abortos provocados perpetrados en España durante 2006. Sin embargo, está claro que, no sólo han creado un héroe para sus partidarios, sino que, con la retransmisión de su ejecución -al menos de los momentos previos-, están consiguiendo aquello que más teme Israel, la barrera de Occidente frente al integrismo islámic la unidad de todas las fracciones islámicas, en especial sunnitas y chiítas, en contra del Occidente libre. En Bagdad han convertido a un déspota en un héroe.

Además, esa unión coincide con la nueva guerra islámica, cuyo arquetipo ha sido la actuación de Hezbolá durante la última guerra del Líbano. Una guerra que podíamos definir como de terror guerrillero, técnica que ha supuesto, sino la derrota, la menos la primera no-victoria hebrea sobre la tiranía islámica.

La unión de los musulmanes, cuya historia es una sucesión de guerras intestinas, unida a la estrategia de Hezbolá, y todo ello financiado por el petróleo antinorteamericano -no sólo árabe-, puede resultar una combinación letal que obligue a Occidente a optar ente la rendición o el uso de su arsenal atómico.

Eso, si antes países como Corea o Irán no disponen de ese mismo arsenal.