Días atrás un amigo periodista me preguntó si yo contrataría a un gay en Hispanidad. Con el pensamiento es más rápido que la luz, me acordé de dos de mis mejores amigos de juventud. El uno homosexual declarado y casi diría que entusiasta. El otro, cayó en tan horrible precipicio, pero ahora ha salido del mismo. Con A y B mantengo una espléndida relación personal, aunque el primero me reproche algunos de mis artículos y el segundo prefiera no hablar de su pasado y no me reproche nada. Así que respondí al colega:

-Depende.

-¿De que sean homosexuales?

-No, de que defiendan, o no, planteamientos homosexuales. Los dos seguirán siendo amigos míos, desde luego, pero al segundo sí le contrataría en Hispanidad, al primero no.

La razón es muy sencilla: yo no puedo engañar a mi público, que sabe el enfoque –católico, con el que abordamos la actualidad.

Paréntesis: no voy a perder ni un segundo en discutir con quien afirma que un medio informativo no debe tener enfoque alguno, que debe ser objetivo. No perderé un segundo porque tan repetido planteamiento revela una de dos cosas: o mendacidad o necedad. Y esto por dos razones:

1. La objetividad no sólo no es posible, sino que, si lo fuera, supondría una catástrofe espantosa. El periodismo no necesita objetividad sino ecuanimidad. La objetividad es el nombre que los comodones dan al pensamiento débil, es decir, a la ausencia de pensamiento.

2. Ninguna ideología más castrante que la ausencia de toda ideología.

Cierro el paréntesis.

Como su mismo nombre indica, un medio de comunicación se dedica a comunicar. Siento gran afecto por mis dos amigos, pero en un medio que se identifica como cristiano no puedo admitir que comunique aquel que no puede hacer comunicación cristiana por la sencilla razón de que no lo es. Nadie da lo que no tiene. Sería una incoherencia por su parte y una incongruencia por la mía, como director de Hispanidad. Además, él se sentiría incómodo, porque no podría escribir lo que quiere escribir. Sencillamente. Nadie da lo que no tiene.

Como amigo, puedo ayudarle incluso a buscar trabajo en un medio, la mayoría, que estará deseando enfocar la actualidad bajo sus argumentos a favor de los gays. Pero éste no es ese medio.

A mi amigo B sí. Ha tenido experiencias homosexuales, que le han dejado un poco tocado de por vida, pero se ha recuperado. El amor de Cristo hace milagros en el pavoroso submundo homosexual, y aunque continúa sufriendo esas "tendencias" lucha por superarlas, de igual modo que el abajofirmante, un servidor, lucha por controlar las horribles tentaciones que me incitan a robarle la cartera a don Emilio Botín y arrebatarle la Presidencia del Santander (lo siento, pero mi batalla contra esta concupiscencia es constante y dolorosa, y no podía ocultarlo por más tiempo).

Y ahora vamos con la profesora de Religión separada de su esposo y que vive con su nuevo amor. La Iglesia le despide y el Tribunal Constitucional afirma que la Iglesia está en su derecho.

Entendámonos, no es que el TC haya expresado esta visión con gusto. Lo que el muy alto Tribunal ha venido a señalar es que los acuerdos entre España y la Santa Sede son tan lamentables que se ve obligado a dar por bueno el despido, porque es conforme al Concordato… para desgracia de todos.

Y, naturalmente, la progresía se ha lanzado al callejón.

Ahora bien, entremos en lo que podríamos llamar el "fondo de la cuestión", que es aquello en lo que nunca entran los jueces. El diario El País -el que no reconoce que no ficha periodistas católicos, salvo que sean católicos ‘light', se entiende, que a ésos no sólo no les ficha sino que les mima- ha dedicado muchas páginas a los "damnificados". Y todos ellos se consideran muy perseguidos. No comprenden cómo les pueden despedir por ser profesores de Religión y, al mismo tiempo, concejales de Izquierda Unida. Lo cual es muy lógico: por la mañana les digo a los niños que el aborto es un crimen contra un ser indefenso, según dice el catecismo y por la tarde voto a favor de otorgar una subvención al centro municipal que dirige adolescentes hacia las clínicas de aborto o que reparte píldora abortivas. Todo muy coherente.

No entienden que por la mañana hable a los alumnos del matrimonio indivisible y que alguno de los alumnos pueda decirle. "Señorita, y si el matrimonio es indivisible, ¿usted porque vive con un divorciado?".

No es que la Iglesia deba echarles: es que ellos debían haberse ido o nunca debían haber entrado. Lo suyo es un fraude y una incoherencia grave. Enseñar Religión no es enseñar Matemáticas. En el Álgebra, el "yo" puede quedar fuera, porque el álgebra no propone un esquema de vida, mientras el Catecismo sí

Porque, además, ¿cómo es posible que quieran enseñar a los pequeños un credo que les recrimina sus propias obras? Yo, a una religión que me insultara de ese modo, no haría el favor de enseñarla y promocionarla: la mandaría a paseo, la combatiría con todas mis fuerzas, no aceptaría cobrar por promocionarla. Me daría mucha repugnancia.

Eulogio López