Los emperadores romanos ordenaban la muerte o perdón del gladiador derrotado en el circo colocando su dedo pulgar hacia arriba o al revés.
Aquello nos merece hoy la más absoluta repulsa por tratarse de un claro asesinato, al margen de otros agravantes. Al mismo tiempo, tenemos ante nosotros una realidad mucho más trágica, como es el "derecho" al aborto, gracias al "César" actual, llamado también mayoría parlamentaria, que con su dedo pulgar secó las fuentes del derecho al negar la mayor, que es el derecho de todo ser concebido a nacer, condenando a muerte a cientos de miles de inocentes.
Pero el "César" contemporáneo tiene dos pulgares, y si ayer utilizó el de su mano "izquierda", hoy tiene la obligación inmediata y sin ambigüedades -por su programa- de utilizar el de la mano "derecha", colocándolo en sentido contrario al anterior, para restituir el derecho a la vida de muchos "gladiadores" que solo luchan por vivir y -aunque no lo sepan- hacer muy felices a sus padres.
Amparo Tos