Se lo aseguro, el día 12 del mes 12 del año 2012, es decir, el próximo miércoles, esto es, mañana, no va a pasar nada. Tampoco el fin del mundo, que esta lejísimos, y que tantos se empeñan en confundir con el fin de nuestra civilización tal y como lo entendemos, es decir, lo que se ha dado en llamar el fin de los tiempos... que puede estar más cerca. Mejor, que ya está siendo.
Cuando un cristiano quiere hablar sobre ese fin de los tiempos no tiene por qué irse a los mayas, sino a la Biblia y al evangelio, así como a las apariciones marianas admitidas como tales por la Iglesia, apariciones, que durante los últimos 100 años se han multiplicado.
Y luego tiene que mirar la realidad y darse cuenta de que parece claro que el nivel de corrupción ha ido en aumento y que los gases hediondos acumulados en la sociedad, en los sistemas político y económico, así como en el pensamiento débil -y que siempre acaba en pensamiento único- que nos asola, tiene que escapar por algún lado.
Dicho de otro modo: el fin de los tiempos no llegará mañana porque ya está aquí. Y la razón es muy lógica: desde el bueno de Descartes hasta aquí -él no fue el culpable, que conste, sólo el causante- la criatura pretendió ejercer el papel de Creador. A partir de ese momento, y hasta la actual crisis económica, crisis de fin de ciclo, la cosa se ha ido deteriorando. Y hoy nos encontramos con que, no es que estemos mal, es que no sabemos dónde estamos.
Dicho esto, la solución es la de siempre: volver a confiar en Cristo. También la solución para la crisis económica, que no es causa, sino consecuencia de una criatura que se ha creído que puede vivir sin su Creador.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com