En un más que confuso relato cinematográfico, Destino oculto es una historia de amor entremezclada con elementos de suspense y ciencia ficción. El joven y carismático congresista David Norris está a punto de ser elegido senador cuando conoce a una atractiva bailarina, llamada Elise, de la que se enamora.
Pero su intención de profundizar en esa relación amorosa choca con los intereses de un extraño grupo de hombres empeñados en que no se salga del destino que tiene marcado. Norris se verá abocado a escoger entre desafiar al destino para estar con ella o renunciar y seguir la gran carrera política que le pronostican
Equipo de ajuste, el relato corto, de Philip K. Dick, en el que está inspirado libremente Destino oculto, se publicó en el año 1954. Pero en esa historia corta no aparece esa iconografía semejante a los hombres grises de Momo o esas puertas que se abren a lugares remotos, similares a las de Monstruos S. A. No obstante lo que hace algo indigesta esta historia de amor llena de obstáculos es la terminología y los elementos paganos (incluso masónicos) que se repiten constantemente en su desarrollo. O lo que es lo mismo: las alusiones al Destino, el director/arquitecto omnipresente, que marca el plan vital de los hombres, la frialdad de los individuos integrantes en el Departamento de Ajuste, las referencias del protagonista a su libre albedrío, etc Todo esta confusión dialéctica y argumental se vende con una envoltura de cuidada factura visual y con un actor de indudable tirón comercial, como es Matt Damon. Ni que decir tiene que, a pesar de ello, el desarrollo de Destino oculto suena a hueco.
Para: Los que se traguen relatos truños