Sr. Director:
Pero el despido libre no es la solución. Ya es muy fácil despedir a alguien y la justicia social no puede olvidar lo que cada individuo ha aportado a lo largo del tiempo al beneficio de la empresa. Por eso hay despido libre como Vd. bien dice, pero condicionado.
Ya es triste para los trabajadores el estado actual, pero todavía más si se consiguiera eso, no teniendo nada ni un poco seguro. ¿Sabe Vd. lo que es eso, teniendo en cuenta que no todo el mundo tiene la misma resistencia psíquica y física y que esta cambia con años y circunstancias?
Los empresarios lo reclaman "en beneficio de la creación de empleo" pero no añaden: más precario todavía.
D. Eulogio no sé quien le convence de estos cantos de sirenas. ¿La derecha progresista que Vd. tantas veces denuncia? ¿Esa derecha no quiere saber nada de la Doctrina Social de la Iglesia, porque no quiere saber nada de ella en otras materias? Repasada ésta, y a su luz, hay que analizar muy, muy despacio si es lícito siempre y sin causa muy grave ese tipo de despido.
Además, desde el punto de vista práctico, es un coladero para empresarios desaprensivos y no tan desaprensivos. Sin despido libre, al menos los empresarios se lo tienen que pensar un poco o un mucho antes de despedir; también se evita el despido visceral de personas perfectamente recuperables para la organización empresarial. Al menos el empresario se plantea la pregunta: ¿le damos cancha y oportunidad o pagamos? ¿Y cuánto hay que pagar?
Que haya abusos por algunos trabajadores o funcionarios, nadie lo niega; pero lo contrario es favorecer un capitalismo exacerbado. No conviene olvidar que la Doctrina de la Iglesia tiene condenado el Comunismo y el Socialismo, pero también el Capitalismo.
Guste o no guste a los amantes "católicos" de neoliberalismos económicos, es así, y en esto, salvo si no nos importa ofender a Dios y a los hombres, hay que andar con mucho cuidado y conciencia. Hay que ser católicos para todo, también para esto. Porque esto, parece claro que es de esas cosas que no merece hacer de ningún modo, ni aunque se sea ateo: Ni agradan a Dios ni la agradecen los hombres. En fin un verdadero y suicida brindis al sol.
Eduardo Pérez
eperezh@cdlmadrid.org