Sr. Director:
Que la administración de la Justicia, para que cumpla cabalmente su función, ha de ser rápida al juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, es uno de los principios inherentes al propio concepto de Justicia, permanentemente demandado por todas las sociedades a lo largo de la Historia y firmemente arraigado en la conciencia de la gente
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Todo lo anterior no constituye ninguna novedad, ni hay que ser un reputado jurista para saberlo. Pues bien, a raíz de una reciente sentencia, el consejero de Educación de la Junta de Andalucía, Francisco Álvarez de la Chica, manifestaba su satisfacción declarando: «Se ha hecho justicia... (pero) hubiese merecido más celeridad... Yo siempre digo que la Justicia, si llega antes, es más Justicia». Fascinantes declaraciones en las que Álvarez de la Chica nos revela la necesidad de la celeridad de la justicia, pero como atribuyéndose («yo siempre digo») la patenidad del descubrimiento. Quizás esta magna revelación del consejero sobre la necesidad de una justicia rápida, podría parecer una bobadita más, de tantas a las que nos acostumbran la mayoría de nuestros políticos; pero resulta altamente significativa respecto a la altura intelectual y humildad de muchas de las lumbreras que nos gobiernan. Sujetos y sujetas, aventajados alumnos de la escuela de Perogrullo, que no sólo descubren fascinados el Mediterráneo cada vez que abren un mapa, sino que además nos lo señalan alborozados como si fuéramos idiotas. Con personajes como éste, a la cabeza de una consejería tan trascendente como es la de Educación, se explica que la comunidad andaluza ocupe el vergonzoso lugar que ocupa en el panorama educativo nacional e internacional.

Miguel Ángel Loma Pérez