La sentencia de los tribunales europeos asegura que la legislación española propicia los abusos en los créditos hipotecarios. Los majaderos de la plataforma contra desahucios lo han celebrado en su línea: piden retroactividad, paralización de los desahucios y, además, un pirulí de La Habana.

La verdad es que lo mejor de la sentencia, y lo más cierto, es que los jueces podrán paralizar que a alguien le echen de su casa si entienden que ha habido cláusulas abusivas. Me parece bien como excepción, dado que la situación económica es dura y dado que en España no existe la dación en pago, que es la medida más justa. Ahora bien, como método me parece fatal. Los jueces que apliquen la ley, no que la recreen.

Pero lo más importante es que en España tenemos una derecha injusta y una izquierda demagoga. El PP se niega a legislar la dación en pago -que no se permite a particulares pero sí a promotores inmobiliarios- y la izquierda nos cuenta novelas-río sobre los suicidios.

Por ejemplo, Soraya Sáenz de Santamaría asegura que la dación en pago ya existe en España, sólo que es más cara. Claro, eso discrimina la práctica. No doña Soraya: la dación en pago tiene que ser lo habitual, lo impuesto por ley para todo tipo de préstamos con garantía real. Si pido un crédito para comprar un piso y ni puede pagar el crédito, renuncio al piso. Pero, encima, no me haga seguir pagando los intereses. Eso contradice las prácticas bancarias habituales, no ya con el promotor, sino con toda la banca corporativa o de inversión, además de todo el derecho sobre concurso de acreedores.

Para entendernos, el principal culpable de un suicidio es el suicida, porque quitarse la vida es el peor de los homicidios. Además, la gente se suicida por muchas cosas, no sólo porque vaya a perder su vivienda.

En segundo lugar, que alguien se suicide por haber perdido el piso, no significa que haya que faltar a otra ley moral, y positiva, que también es de justicia: hay que pagar las deudas. Y si uno no paga las deudas tiene que pagar por el impago, porque ha perjudicado a un tercero: el acreedor.

Y no, los jueces no deben recrear las normas. En esta materia de créditos, que son matemáticas, las leyes deben ser muy claras, que estamos hablando de ciencias, no de letras.

En algo sí tienen razón los afectados por la hipoteca: no se puede estar salvando a los bancos y no a los particulares. Pero esa es otra historia. O quizás, es la misma historia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com