Ya he tenido el gusto de discutir con Ángela Vallbey -que es una antinuclear peleona- pero ahora tengo que darle toda la razón: en efecto: el origen de todos los males económicos del mundo es el dinero barato. Lo ha dicho en 13TV y si no es el origen de todos los males es el de casi todos.
El Banco Central Europeo (BCE) acaba de subir el precio del dinero al 1,25%. Es cierto que a España eso le viene fatal, pero la teoría clásica, y lógica, asegura que si el precio del dinero se sitúa por encima de la inflación, algo está fallando, porque los bancos no venden dinero, sino tiempo y que, por tanto, el precio del dinero siempre debería estar por encima del aumento del coste de la vida.
Pero lo importante es que si sube el precio del dinero, tras una época histórica marcada por el dinero barato, la especulación financiera se reduciría. Por ejemplo, se reduciría el capital-riesgo, que nada tiene que ver con sus orígenes -ayudar al emprendedor- y que se ha convertido en compra de empresa para su posterior troceo, previa reducción de plantillas. Y es que los fondos de 'private equity' siempre compran con deuda, apalancados, y luego obtienen beneficios y pagan sus créditos expoliando a las empresas donde entran.
Se me dirá que con tipos altos aún se pone más difícil el acceso a la vivienda. Ya, pero eso no es culpa del precio del dinero sino del precio de la vivienda.
Por otra parte, la política monetaria de los bancos centrales tiene mucho que ver con la actual crisis de especulación: no sólo porque ofrezca dinero barato sino porque ha convertido la economía en un océano de liquidez sin referencia alguna con la economía real. No podía ser de otra forma desde que nos cargamos el patrón-oro, una de las grandes bestialidades de Occidente a finales -no tan finales, década de los setenta- del pasado siglo.
¿Cuál es la salida? Pues la que expresaba ayer: volver a lo pequeño, a primar al profesional, al autónomo, a la pyme, a la empresa familiar, des-financierizar la economía y regresar a la economía real, a la agricultura y a la industria.
Un detalle: que la tienda de ultramarinos pague más impuesto de sociedades que el BBVA o el Santander clama al cielo.
Sí, Ángela Vallbey anda cargada de razón.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com